El Príncipe de los pastores - El Rey de la Gloria visto en el salmo 24
ID
bbre030
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ES
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Salmos 24
Description
Despues que el Buen Pastor da Su vida por las ovejas (Salmo 22), el Gran Pastor las cuida, alimenta y guarda hasta la gloria (Salmo 23) y al final los Suyos vuelven con Él que recibirá Sus derechos en la misma tierra - alli donde fue rechazado - y entra como el Rey de la Gloria.
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…
Muy buenas noches, amados hermanos y hermanas.
Hoy por la tarde nos ocupamos con dos salmos que hablan del Señor Jesús como el pastor,
el buen pastor que da su vida y el gran pastor y obispo de nuestras almas que cuida de nosotros,
que pastorea y apacienta su grey.
¿Cuáles salmos eran? Entre 12 y 23.
Falta uno, el 24.
El 24 muestra al Señor Jesús como el rey de la gloria,
pero también como el príncipe de los pastores.
En la primera epístola de Pedro, capítulo 5, versículo 4, encontramos esta expresión.
Pedro había dicho que deberían ser ejemplos de la grey.
Está diciendo que cuando aparezca el príncipe de los pastores,
vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Y ahora volvemos al salmo 24 y vamos a leer primeramente las palabras y las expresiones del salmo
para entonces ver algunas cosas que este salmo habla de nuestro Señor Jesucristo.
Salmo 24.
De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan,
porque él la fundó sobre los mares y la firmó sobre los ríos.
¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo, el limpio de manos y puro de corazón?
El que no ha llevado su alma a cosas vanas, ni jurado con un gano.
Él recibirá bendición de Jehová y justicia de ríos de salvación.
Tal es la generación de los que buscan tu rostro por Dios que sacó.
Alzad puertas vuestras cabezas y alzad vosotras puertas eternas y entrará el Rey de la gloria.
¿Quién es este Rey de la gloria?
Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.
Alzad puertas vuestras cabezas y alzad vosotras puertas eternas y entrará el Rey de la gloria.
¿Quién es este Rey de la gloria?
Jehová de los ejércitos, él es el Rey de la gloria.
Escuchamos que en el Salmo 22, el Señor Jesús es como el buen pastor
y el buen pastor es caracterizado en Juan capítulo 10 por el hecho de que Él da su vida por las orejas.
Y hemos visto en este Salmo, en sus ocho estrofas,
cómo el Señor Jesús fue depreciado por los hombres, rechazado,
cómo fue desamparado en primer lugar por ellos con un objetivo que era en el siglo 31 donde decía
Él hizo esto, Él el Señor Jesús hizo todas las cosas.
Su obra en la cruz era la base para la restauración de Israel como su pueblo en la tierra
y también de nuestra salvación para Israel, también el reino milenar con Cristo como el Rey
y para nosotros también la gloria eterna.
Hemos visto entonces que el Salmo 22 muestra el camino del Señor Jesús por nosotros.
Ya el Salmo 23 es el camino del Señor Jesús con nosotros en este momento.
También hemos visto que en primer plano Él es el pastor de Israel,
pero también nuestro pastor, el gran pastor,
aquel que cuida de su rebaño, que cuida de cada uno de nosotros y nos da el alimento espiritual,
que nos da el descanso, que nos sostiene, que nos da el refrigerio,
que nos da el consuelo, el conforto, que es nuestro guía, que nos conduce en sendas de justicia,
todo por amor de su nombre, a causa de Él mismo, porque Él quiere ser glorificado.
Hemos visto también cómo Él es aquel que está al lado nuestro
cuando andamos en el valle de sombra de muerte,
en este mundo donde enfrentamos los más variados problemas, las más variadas situaciones,
pero no necesitamos temer mal a alguno, porque tú estás conmigo.
Tenemos también su corrección y su consuelo con la vara y el callado, infundirán aliento.
Tenemos una mesa delante de nosotros que nos habla de la comunión con el Señor
delante de los enemigos, que son enemigos vencidos,
y por eso la victoria del Señor Jesús es completa y nosotros podemos estar delante de Él,
tener comunión con Él ya ahora en nuestro camino con Él.
Entonces, miramos hasta el futuro también y hemos visto que la misericordia del Señor,
Él mismo está por detrás de nosotros, con su protección,
hasta que llegamos a vivir en la casa de Jehová, o mejor en la casa del Padre para nosotros,
por largos días en el caso de Israel y eternamente en el caso de nosotros.
Pero para Israel aún falta un futuro.
Ahora estamos en la época de la gracia y llegará el momento de arrebatamiento
cuando el Señor Jesús viene hasta las nubes para sacar su iglesia de este mundo
para estarnos entonces para siempre con el Señor,
como dice en 1 Tessalonicenses 4 al final,
y después de esto se desarrollan juicios en la tierra.
Al final de estos más o menos 7 años el Señor Jesús viene por segunda vez hasta la tierra,
hasta el monte de Olivos cerca de Jerusalén, con nosotros, con todos sus santos,
para entonces establecer su reino en este mundo, reinando a partir de Jerusalén.
Jerusalén, en los pensamientos de Dios, es el centro del mundo.
Cuando nosotros estamos haciendo mapas del mundo, muchas veces Europa está en el centro más o menos,
América del Sur un poco al lado, la Asia del otro lado,
pero si Dios traza un mapa del mundo, pone Jerusalén bien en el centro.
Y no solamente la ciudad de Jerusalén, pero más bien el lugar donde estaba el árbol.
Ahí está el centro del mundo en los pensamientos de Dios,
es el trono de Dios en medio de su pueblo Israel.
Hoy no, pero en el futuro será otra vez.
Es su propósito, son sus pensamientos,
y de este momento del reinado del Señor Jesús habla el Salmo 24.
Como hemos leído en Pedro, el príncipe de los pastores está conectado a la gloria.
Y este Salmo 24, entonces, nos dice que de Jehová es la tierra, es su creyente.
Finalmente, entonces, en aquel momento futuro, toda la tierra, todo el mundo,
todo lo que está en el mundo, visiblemente, será Papa, el dominio del Señor Jesús.
La tierra siempre pertenecía a Dios, siempre pertenecía al Señor Jesús,
pero actualmente un otro príncipe está en el mundo, el príncipe del aire, que es Satanás.
Y aunque el Señor Jesús compró todo el mundo, compró el campo para obtener la perla que estaba ahí,
también para obtener justamente el tesoro, una figura de la iglesia, un tesoro.
Él compró todo el campo, es el propietario ahora, el precio ya fue paro,
pero no es el dueño de hecho en el mundo.
Pero en aquel momento, cuando viene hasta la tierra, el dominio del Señor Jesús es visible
y es el dominio supremo también.
Él reinará a partir de Jerusalén.
La tierra, su creyentud, el mundo y los que en él habitan.
Todos los hombres, todo, todo, todo pertenece al Señor Jesús y está bajo de su dominio de paz.
Y uno de los motivos, porque él es el dueño, es porque él es el creador,
porque él afundó sobre los mares y afirmó sobre los ríos.
Es un lenguaje poético que tenemos acá para mostrar que Jehová, para nosotros el Señor Jesús,
es el creador de todas las cosas.
Y por eso tiene también derechos sobre todo el mundo, como el dueño verdadero.
Y el versículo 3 entonces nos muestra este centro del mundo.
¿Quién subirá al monte de Jehová?
En este mundo, también ya en la época antigua, había un lugar santo.
Dios había escogido un lugar para hacer habitar su nombre ahí.
Él quiso habitar en medio de los hombres, ya en el jardín de Edén,
y sabemos que el hombre se corrompió el pecado dentro del mundo
e interrumpió el gozo de la comunión con Dios y Dios lo echó para afuera.
Pero aún así sus planes continúan.
Escogió entonces un pueblo de todas las naciones, Israel, y quiso habitar en medio de ese pueblo.
Ya en Éxodo capítulo 15, cuando el pueblo de Israel está saliendo del Egipto,
se lee al respecto de este lugar de adoración.
Sí, Éxodo 15, versículo 13.
Cuando viste en tu misericordia a este pueblo que viniste,
lo llevaste con tu poder a su santa morada.
Y en el 17, tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad.
Tenemos ahí el monte santo, con otro nombre, el monte de tu heredad.
Y en el lugar de tu morada que tú has preparado, Jehová,
en el santuario tus manos, Jehová, han afirmado.
Jehová reinará eternamente para siempre.
Ya en este momento también una visión para el futuro del reino milenar,
cuando va a reinar a partir de Jerusalén.
Pero luego cuando el pueblo está derrimido,
él puede hablar de una habitación en medio de ese pueblo.
Quiere habitar en medio del pueblo derrimido.
Y sabemos que Israel como pueblo, como nación, falló.
Pero los planes de Dios no.
Escogió otro pueblo, un pueblo celestial,
para entonces habitar en medio de este pueblo.
La iglesia, que es el templo del Espíritu Santo,
que es la morada de Dios en el Espíritu,
y ahora está habitando en la tierra por medio de la iglesia, que es su casa.
Pero Jehová anuló los planes que tenía con Israel y con la tierra.
Escogió la iglesia, pero cuando saca la iglesia por medio del arrebatamiento de esta tierra,
otra vez tiene sus planes con la tierra.
Y otra vez va a existir el monte santo, el monte de Jehová.
Y es de hecho la pregunta, ¿quién subirá al monte de Jehová?
¿Quién estará en su lugar santo?
¿Quiénes tienen la condición, las características necesarias para estar en la presencia de Dios,
en la presencia del Señor Jesús, ligados a Él en su monte santo, en Jerusalén?
Y la respuesta es, limpio de manos y puro de corazón, en el santo 24, versículo 4.
El que no ha elevado su alma a cosas vanas ni jurado con engaño.
Son mencionadas algunas características de las personas que son aptas para estar en la presencia del Señor,
en la inmediata presencia del Señor, subiendo al monte de Jehová.
A este lugar santo, a este lugar separado, a este lugar que está solamente a la disposición de Dios.
Primero, el limpio de manos. Habla de la pureza, de las acciones.
Y aunque esto es para distraer, sacamos otra vez enseñanzas para nosotros,
y también podemos decir, aunque el Señor habita en su iglesia,
que la iglesia es su templo, es su casa, todavía es necesario que haya santidad en su casa.
Y para nosotros también es válido que necesitamos tener manos limpias, manos puras, acciones santas.
Y eso habla a todos nosotros, niños, también mayores, hermanas, hermanos, a mí, a ustedes.
Necesitamos averiguar nuestro andar, lo que hacemos,
para que todo lo que hacemos esté de acuerdo con la santidad del Señor.
Nosotros somos santos según nuestra posición,
pero él quiere que eso también se realice en la práctica.
Cuando hablo de la práctica, no es delante de otros.
Muchas de nuestras acciones no se dan enfrente de otros,
sino en secreto, en la casa, en la familia, en el trabajo quizás.
¿Cuántas veces ya hemos hecho algo que no era tan correcto?
Porque la policía no lo ve, el gobierno no lo ve, no sabe cuando no emite una factura,
pero necesitaría hacer cosas semejantes.
¿Cómo es? Muchas veces vas a comprar alguna cosa, puedes hacer una boleta o una factura,
¿qué quieres? Con la boleta es más barato.
Aceptamos la boleta, pero en realidad estamos ayudando al otro a sonegar impuestos,
porque su obligación es la factura, no la boleta.
Entonces son acciones que a veces son como normales, pero no son acciones limpias.
Aún que nadie lo ve o que nadie nos multa por eso,
pero el criterio es que vea al Señor.
El limpio de manos, puro de corazón.
Las acciones que hacemos tienen su origen en pensamientos.
Primero meditamos sobre algo, después actuamos.
No es la mano que actúa sola, sin la mente y sin el corazón, sin los pensamientos.
Entonces también la pureza tiene que estar en el corazón de nuestros pensamientos,
para que las acciones, nuestro andar,
puedan tener acuerdo con la limpieza, con la pureza que agrada a Dios.
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
al pensar en las cosas de la tierra que son cosas vanas,
ni jurado con engaño, hecho promesas engañosas,
él recibirá bendición de Jehová.
Si esto ya es así con su pueblo Israel, con su pueblo terrenal,
más todavía con nosotros.
Si agradamos al Señor, no recibimos las bendiciones terrenales,
sino Él da a nosotros las bendiciones espirituales.
Y son nuestras, pero necesitamos apropiarnos de ellas,
y eso no es posible cuando no estamos de acuerdo con Él que da las bendiciones.
Y si alguien está con estas características,
entonces puede subir al monte de Jehová, puede estar en la presencia de Jehová,
puede estar en su lugar santo, puede estar hablando en expresiones que hoy,
puede estar en su casa, en la iglesia, y dando la adoración también,
y recibiendo bendiciones, y estando ahí.
Como hemos visto, a veces son cosas que los hermanos no ven.
Por eso tenemos también en Miraculous los capítulos 11,
cada uno examínese así mismo, y así comas.
Versículo 6, tal es la generación de los que le buscan,
los que buscan tu rostro, o Dios de Jehová.
Una afirmación otra vez.
Todas estas cosas caracterizan esta generación de los que buscan al Señor.
Y eso también con nosotros no es diferente.
Buscamos realmente al Señor.
Buscar al Señor no significa solamente cuando estamos en dificultades,
acordar que, bueno, hay un Señor allí, podríamos orar ahora.
No es buscar al Señor. Buscar al Señor será todos los días,
con su palabra también, por medio de la oración,
hablando con Él, escuchando su voz, buscando lo que Él piensa,
buscando conocerle cada vez mejor al Señor Jesús también.
Buscar tu rostro, una referencia a la oración,
al contacto, a la comunión con el Señor.
Y solamente aquí, en este versículo, Él es llamado el Dios de Jacob.
Otra vez, mostrando la gracia de Dios.
Jacob, él que era ingenioso también, engañoso.
Una persona que parece que no tenía mucha confianza en su Dios.
Quiso hacer las cosas por manos propias, por medios propios.
Pero era un adorador al final de su vida, como ya decimos en otro momento hoy también.
Y este Dios es Dios de Jacob.
Es también nuestro Dios.
Y ahí tenemos esa palabrita, celar.
Ya decimos hoy que los salvos son cánticos, son músicas,
y en nuestras notaciones músicas también tenemos señales que indican una pausa.
Y así la palabra celar es como una pausa en la música para meditar, para pensar.
Y así podemos, en pensamientos, parar un poquito
y meditar sobre lo que fue hecho en esta primera estrofa de este cántico.
La segunda mitad del Salmo muestra la gloria del Señor,
la gloria de su lugar santo.
Y en ese momento avanza la adoración.
Es un lenguaje poético, simbólico.
Pero hasta mismo las puertas de Jerusalén están llamadas a alzar las cabezas,
a abrir las puertas ampliamente, porque viene el Rey de Gloria que entra ahí.
Es el lugar donde Él estará.
Encontramos varias veces en estos versículos, cinco veces,
la expresión Rey de Gloria o Rey de la Gloria.
Uno es al final del versículo siete, versículo ocho,
después versículo nueve al final y es dos veces.
El Rey de Gloria, el Señor Jesús coronado con gloria.
Así lo encontramos también en el Nuevo Testamento, en Hebreos,
también en los dos, en el versículo nueve.
En el siete también lo podemos leer.
Le insisto, un poco menor que los ángeles, cuando Él vino al mundo,
en su iniciación, un poco menor que los ángeles,
le coronaste de gloria y de honra.
Y en el versículo nueve, pero vemos a que fue hecho un poco menor que los ángeles,
a Jesús coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento,
la muerte, para que por la gracia de Dios cruzase la muerte por Dios.
Porque el Señor Jesús entró en la muerte, porque fue viviente totalmente hasta la cruz,
así también recibe su corona de gloria.
Así Él es el Rey de la Gloria.
Y el samista pregunta, ¿Quién es este Rey de Gloria?
Versículo ocho, y la respuesta es Jehová, el fuerte, valiente,
que esfuerza, que valentía a mostrar al Señor Jesús.
Él venció a Satanás, venció al pecado y obtuvo una victoria perfecta.
Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.
¿Qué batalla fue? La batalla contra Satanás, también en la cruz, para el Señor Jesús.
Pero Él es el vencedor, la victoria es de Él.
Por eso también somos llamados otra vez a darle gloria.
Incluso otra vez las puertas de Jerusalén en la tierra, pero también las palabras se dirigen a nosotros.
Entrará el Rey de Gloria.
Él tiene ese lugar por derecho ahora, y Él va a dominar el mundo a partir de ahí.
¿Quién es este Rey de Gloria? Otra vez, Jehová de los ejércitos.
Él es el Rey de la Gloria.
Y en el Nuevo Testamento hemos visto que es el Señor Jesús,
que es coronado de honra y de gloria, de gloria y de honra.
Él es el Rey de la Gloria.
Y otra vez, Celá.
Vamos a pensar también en esta, en esta persona maravillosa.
No solamente en su humillación, pero contemplemos también al Señor Jesús
en su gloria, coronado de honra y de gloria. …
Contained in
El Pastor en los Salmos 22, 23 y 24 / Bernd Bremicker
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