La Mujer del Aceite
ID
bbre031
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ES
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2 Reyes 4:1-7
Description
2 Reyes 4 - un capítulo con 4 historias muy conocidas. Nuestra posición y la práctica en tiempos de ruina. Cristo lo soluciona todo. Mensajes para nuestra época.
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…
Muy buenos días, hermanos, otra vez. El propósito hoy es, otra vez, ocuparnos con la Palabra de Dios, ¿no?
Queremos ver las cosas que Dios quiere decir a nosotros.
Y yo estaba pensando en un capítulo del Antiguo Testamento, en el Segundo Libro de los Reyes, capítulo 4.
Y, primeramente, vamos a leer solamente los versículos 1 hasta el 7.
Y es bueno que todos hablan sus Biblias para acompañar la lectura, que es la Palabra de Dios del que hablar a nosotros.
Segunda Reyes, capítulo 4, versículo 1 hasta 7.
Una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo,
Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová,
y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
Eliseo le dijo, ¿Qué te haré yo? Declarame qué tienes en casa.
Y ella dijo, Tu sierva ninguna cosa tiene en casa sino una vasija de aceite.
Él le dijo, Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
Entra luego y ciérrate tú y tus hijos y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena ponla aparte.
Y se fue la mujer y cerró la puerta, encerrándose ella y sus hijos,
y ellos le traían las vasijas y ella echaba el aceite.
Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a mi hijo suyo, tráeme aún otras vasijas.
Y él dijo, No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.
Vino ella luego y lo contó al varón de Dios, el cual dijo,
Ve y vende el aceite y paga a tus acreedores, y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
Es la primera parte en este capítulo 4 de Reyes que tenemos 4 historias de la vida del profeta Eliseo.
En este capítulo tenemos varios personajes, varias personas.
Tenemos esta mujer en los versículos 1 a 7 con sus hijos.
Tenemos otra mujer en el versículo 8, una mujer de Sunim y también está mencionado su marido.
Y después tenemos un siervo, un de los hijos de los profetas.
Y por fin, en el versículo 42 hasta el 44, un hombre de Baha'i Salisa.
Y en el capítulo 5 todavía Naman y la niña de Israel.
Son capítulos que nos hablan de la persona del Señor Jesús.
Eliseo es un ejemplo, un modelo de la persona del Señor Jesús.
Y así como hicimos ayer el pregunto hoy, en esta lectura que hicimos hay algunas palabras que alguien no entiende en castellano.
Y así pueden levantar la mano y intentamos ayudar.
Porque primeramente cuando leemos la Biblia necesitamos comprender el texto.
Si no comprendemos lo que es dicho en castellano, no entendemos el sentido espiritual tampoco.
¿Quién va a ayudar? ¿Qué es un acreedor?
¿Alguna idea hermano Hans? Está con el micrófono ¿verdad?
Hasta lo que encontramos nosotros, un acreedor es una persona que le presta un servicio o un producto a otra persona.
Y le da como plazos para pagar ese dicho producto.
Y con el tiempo, dependiendo de como sea el acuerdo, cada vez le provee el orden.
Entonces es alguien que presta algo a otro y esa otra persona está en deuda con el acreedor.
Y en algún momento tienes que pagarlo.
Si en la época de la Biblia no lo pagaba la deuda, se quedaba como siervo, como esclavo del acreedor.
Entonces tú mismo, tu persona, era la garantía por el pago de la deuda.
Y es lo que se pasó en esta historia.
Esta mujer tenía dos hijos, no tenía más marido porque había muerto.
Y estaba en deuda con esta persona.
No sabemos si recibió algún préstamo, si recibió algún servicio, quizás alimentos.
Pero el hecho es que ella y sus hijos estaban en deuda con este hombre.
Y no había como pagar el peligro inminente acá.
Y los dos hijos se quedaron como siervos, como esclavos de aquel hombre, del acreedor.
Y esta era una aflicción para la familia.
Imagínate tu hijo, tienes que darlo a otra familia, a otro hombre.
No sabes si es bueno, si es malo, como un esclavo.
Como alguien que trabaja por él toda la vida.
Muy bueno.
Es el acreedor.
Otra palabra más, no sé, creo que no.
Y si no, durante el estudio, simplemente levanta la mano y pregunta.
No hay problema.
Cuando en la Biblia nos tenemos historias como esta, y como todas estas en el capítulo 4.
No son simplemente historias para satisfacer nuestra curiosidad.
O para contar una historia bonita.
No es como contamos a veces a los hijos, a los niños, historias.
Solamente para que se quedan calladas, para que se duermen bien.
No.
En la Biblia, todas las historias, aun que sean cosas que acontecieron así.
O como decimos en castellano, son hechos históricos.
Cosas que se pasaban así como están escritas en la vida real.
Dios los tomó a estas historias para enseñar a nosotros una lección.
Casi todo el Antiguo Testamento es así.
Y también en los Evangelios tenemos muchas historias de la vida del Señor Jesús.
Y estas historias también pasaban así en la vida.
Pero Dios, el Espíritu Santo, escogió algunas de ellas para enseñar lecciones a nosotros.
Para que aprendamos.
Y así tenemos las figuras, los personajes.
Una mujer, el hombre.
En la Palabra de Dios, cuando se menciona la mujer, por lo general es una figura en la posición que tenemos nosotros delante de ellos.
O para Israel, la posición que el pueblo tenía delante de Dios.
Para nosotros hoy, la posición cristiana que tenemos delante de Dios.
Por ejemplo, todos nosotros, cuando creemos en el Señor Jesús, en el mismo momento, somos hijos de Dios.
Somos sacerdotes de Dios.
Aunque sea un niño de 5 o 6 años, si convierte, acepta al Señor Jesús como su salvador, es un sacerdote.
Pero obviamente no tiene ningún conocimiento.
No puede ejercer el sacerdote en la práctica.
Pero es la posición que tiene.
Y esto ejemplifica la figura de una mujer en las Escrituras.
Y principalmente en este capítulo también.
Y al contrario de esto, el hombre, la parte masculina, es una figura que ejemplifica la práctica.
Cómo ponemos la posición que tenemos en la práctica.
Cómo actuamos, cómo la practicamos.
Y así podemos comparar entonces, en este primer versículo, que había una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas.
Está diciendo, tu siervo, mi marido, ha muerto.
La mujer no tenía más marido, el marido había muerto.
La posición todavía está, pero la práctica hace falta.
Y no es así con nosotros también, muchas veces en la vida cristiana.
Conocemos bien nuestra posición quizás.
Sabemos estas cosas como somos hijos de Dios, somos sacerdotes, somos santos, somos creyentes.
Pero la parte de la responsabilidad en la práctica.
¿Actuamos según nuestra posición?
¿Estamos andando en este mundo en la práctica?
¿Cómo profesamos con la boca la posición que tenemos?
En la historia de la Iglesia, desde el libro de Hechos hasta hoy, la práctica se ha perdido cada vez más.
Cada vez más alejados de la posición sublime de un cristiano.
Por ejemplo, sabemos también que todos nosotros somos adoradores.
Pero ¿cómo practicamos la adoración en la vida real, en la práctica?
En la cristiandad no necesitamos ni elejos.
Es casi certeza que hasta en el pequeño pueblo de Muño hay iglesias.
Grupos de cristianos que se reúnen y dicen, somos iglesia.
Y en un sentido están correctos, porque si son hijos de Dios verdaderos,
pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Pero el edificio que tienen, este edificio acá, no es la Iglesia.
Un grupo de cristianos organizados con estatutos y contratos, no sé qué más,
no es eso que nos hace Iglesia.
La Iglesia de Dios es una sola, compuesta por todos los verdaderos hijos de Dios,
independientemente de dónde están se reuniendo.
Tienen la posición, pero muchas veces no la práctica.
Por ejemplo, como decía de la adoración, hoy en día se escucha muchas veces
músicas con instrumentos y todo.
No es malo el instrumento, la música no es mala,
pero un coro con instrumentos, con la batería musical, no es adoración.
Adoración es algo que sale del corazón y se expresa hasta en silencio, sin palabras.
Cuando nuestras hermanas están reunidas con nosotros en la Mesa del Señor,
y adoramos en conjunto al Señor, algunos hermanos expresan la adoración con la boca.
Pero las hermanas también necesitan de algunas pausas, de algunos momentos,
para que sale la adoración del corazón.
Y también de otros hermanos que no abren la boca, quizás.
Allá tenemos que preguntar, ¿por qué no abren la boca?
¿No tienen boca? ¿No tienen voz?
Necesito hablar mismo con la voz mala.
Pero no, cada uno de nosotros tiene algo en su corazón cuando conoce al Señor Jesús.
No necesitas una oración larga, de minutos y minutos.
A veces una sola frase, una simple expresión de amor, de adoración, es suficiente.
Yo me recuerdo de un hermano de Alemania, muy de edad ya, hermano mayor,
que vino a visitar a nosotros en Brasil una vez.
Habló sobre esto en la predicación del Ministerio de la Palabra, el sábado por la noche,
y pienso yo que el domingo quiso dar un ejemplo él mismo a nosotros.
Se puso de pie para orar por el pan, y dijo solamente así,
Señor Jesús, te agradecemos por el pan. Amén.
Una simple oración, y él tenía mucho más, pero quiso dar una lección a nosotros.
No es necesario hablar mucho, sino la expresión de nuestros corazones.
Bueno, entonces aquí tenemos a esta mujer, que es una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas,
otra expresión que es simbólica también.
En la época de Eliseo, había en varios lugares, en varios pueblos,
como discípulos del profeta, discípulos de Eliseo, alumnos de Eliseo,
personas que querían aprender de Eliseo.
Y la palabra llama a estas personas de hijos de los profetas.
No eran hijos naturales físicos de Eliseo, no tenía tantos hijos físicos,
pero eran alumnos de él, personas que querían aprender de él,
una descendencia, podemos decir, espiritual, hijos espirituales.
Y es bueno que haya hijos de los profetas, también entre los jóvenes,
hay algunos jóvenes acá también, también algunos niños.
Queremos todos ser hijos de los profetas, hijos espirituales de los hermanos
que han enseñado la palabra de Dios a nosotros en el pasado, todavía aún lo están haciendo.
Esta mujer tenía un gran problema, estaba sin el marido, sin el proveedor de la casa,
que ahí entra el proveedor hermano, el proveedor es él,
y da todas las cosas necesarias para el sostento de la familia.
Y según la palabra de Dios, el responsable, en primer plano el responsable
para sostener la familia es el hombre, no son las hermanas.
No es un error cuando una hermana trabaja también y ayuda en el sostento de la familia.
Tenemos el ejemplo en Proverbios 31 de una mujer que ayudaba y mucho para el sostento de su casa,
pero la responsabilidad en primer plano es del hombre.
Y hay maneras diferentes de cómo hacerlo, dependiendo hasta mismo de nuestras culturas,
y tampoco podemos imponer en una otra cultura lo que nosotros aprendimos, pero podemos dar ejemplos.
Y así, según la palabra de Dios, no es una diferencia si vivimos en Brasil, en la ciudad,
si vivimos en el campo, si vivimos en la costa, en la sierra o en la selva abajo.
El hombre es el responsable por sostener la familia.
Y este sostento estaba faltando acá.
La práctica de la posesión no había más.
Tu siervo, mi marido, han muerto.
Pero es bonito de ver para dónde esta mujer va para hablar de su problema.
Era una mujer, las mujeres de los hijos de los profetas.
Podía haber ido a algún de los hijos de los profetas,
esos son los hombres que habían en su ciudad.
Pero él sabe que es un problema tan grande que se originó en su casa,
que necesita del Eseo mismo, del profeta.
Y aplicando eso a nosotros, el Eseo es una figura, un modelo del Señor Jesús.
Y cuando tenemos problemas así, no solamente en la práctica,
pero sí en la vida espiritual, la única solución es Cristo.
Necesitamos ir hacia Él.
Tu siervo, mi marido, han muerto.
Ella puede decir, tu siervo, mi marido.
No era simplemente mi marido.
Mi marido había sido un siervo del Señor.
Había tenido el deseo de agradar al Señor y había hecho esto.
Pero en un momento murió y ya no estaba más.
Y cómo ha sido también durante la historia de la iglesia,
como decía, desde el libro de Hechos hasta el día de hoy.
Mucha recadencia, mucha ruina.
Lo que sabían los apóstoles y enseñaban en la Palabra,
se perdió durante los tiempos.
Fue descubierto en una buena medida en el pasado
por aquellos que llamamos a los hermanos antiguos,
como el hermano Darby u otros en otros lugares del mundo también.
Redescubrieron las verdades de la Palabra ellos.
Pero desde aquella época de casi 200 años atrás,
otra vez está la ruina, la decadencia también en medio de nosotros.
A veces nosotros hablamos así como si existiera la cristiandad de nosotros.
Pero nosotros hacemos parte de esta cristiandad.
No estamos alejados, afuera de esto.
Y en medio de nosotros también hay la decadencia, la ruina.
O si comparamos hasta mismo, en el mismo Perú o en el mismo Brasil,
con 50, 60 años atrás, comparamos el estado espiritual de hoy,
quizás también tengo que decir, tu siervo mi marido, la práctica ha muerto.
No estamos más hoy en día andando en la práctica así como lo hacían
los hermanos antiguos, nuestros padres en la fe.
¿Y cuál es la solución entonces?
Ir hacia el Eseo, ir hacia el Señor Jesús y decirle a él.
El Señor Jesús sabe todas las cosas.
Su conocimiento es de todo.
Con una palabra más difícil, llamamos eso, Él es omnisciente.
Él sabe de todo.
Por lo tanto, Él sabe también nuestro estado espiritual.
Sabe cuando tenemos este problema de muerte espiritual.
No es la pérdida de la salvación, pero sí la pérdida de nuestra práctica espiritual.
Más aún así, a Él le gusta que, digamos,
expresemos con nuestras bocas el problema nuestro.
Porque para hacerlo, como esta mujer, tu siervo mi marido ha muerto,
es necesario que examinemos a nosotros mismos
para saber cuál es la situación en que estamos,
que entonces también reconozcamos nuestra situación
y la profesamos al Señor Jesús.
Confesamos a Él lo que nos hace falta.
Y cuando lo hacemos así, cuando hay reconocimiento de la falta
y cuando hay la confesión, Él actúa también en solución al problema.
Tu siervo mi marido ha muerto y tú sabes,
versículo 1, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová.
Este hombre, este marido de esta mujer,
debía al Señor, era temeroso a Jehová.
Tenía un respeto por Dios, un respeto por Jehová.
Y es eso que muchas veces nos falta a nosotros también.
El respeto por el Señor, temeroso al Señor.
Y por esa situación que ya está reconociendo,
ahora estoy en esta situación y por eso ha venido el acreedor
para tomarse dos hijos míos por siervos.
Si nosotros estamos en una situación semejante espiritualmente hablando,
si la práctica en nosotros está faltando,
¿qué va a pasarse con la próxima generación, con nuestros hijos?
Y ahora quizás están con 6, 7, 8 años,
pero ellos están observando a nosotros,
están observando la práctica cristiana en nosotros
y es de ejemplo que usted y yo damos a los niños, a los jóvenes,
muchas veces hablan mucho más y mucho más alto
que predicaciones de 2, 3, 4 horas como en el día de hoy.
Porque si mañana preguntamos a la mayoría,
80, 90% quizás ya tenemos olvidado otra vez.
Pero la práctica, la observación de la vida de un hermano, de una hermana,
es lo que enseñan los niños en la práctica cristiana.
Y no es solamente actuar, hacer cosas,
pero sí todo el comportamiento, nuestra manera de pensar,
de cómo tratar a los otros, todo eso sirve de ejemplo para ellos.
Y si esta práctica en nuestras vidas está faltando,
si está deficiente, si es débil,
la práctica de nuestros hijos será como en esta historia,
siervos de un acreedor.
Van a pedirse, no quizás espiritualmente para la eternidad,
tienen la salvación porque profesaron al Señor Jesús como salvador,
pero se pierden en las denominaciones,
en doctrinas que no son según la palabra de Dios,
como siervos de un acreedor.
Y si verificamos este peligro entre nosotros,
necesitamos ir al Señor Jesús.
Colectivamente, todos juntos,
pero también cada uno individualmente.
Tu persona, mi persona, necesitamos ir al Señor Jesús
y decirle nuestra situación particular, individual,
también la situación de la asamblea en la localidad,
en el país, en el mundo.
Pero como fue a Eliseo y habló a él,
él ahora está respondiendo en el versículo 2.
Contesta esta mujer.
Eliseo le dijo, ¿qué te haré yo?
Declarame que tienes en casa.
Él hace una pregunta, ¿qué te haré yo?
Él quiere escuchar en la boca de la mujer
lo que son los deseos de su corazón,
aún más que le falta.
Declarame que tienes en casa.
También es una cosa que el Señor Jesús está diciendo a ti y a mí hoy.
¿Qué tienes en tu casa?
¿Son cosas que agradan al Señor Jesús?
¿Que son buenas para el desenvolvimiento de la vida espiritual?
¿O son cosas que llevan a nuestros hijos
o a otros que vienen a nuestras casas al mundo,
o al mundo religioso?
¿Qué tienes en tu casa?
¿Qué te haré yo?
Y sabemos que hasta mismo en la selva
podemos tener cosas en casa que llevan a los hijos al mundo.
Quizás no tenemos buenas señales de celular
para comunicarnos con los otros,
pero ya hace 13 años atrás
lo vi que una buena parte en la selva hasta en Tunduza
tenían celulares sin señal, sin nada.
Lo que hacen con el celular sin señal.
Con certeza no es comunicación con los hermanos,
no es comunicación con familiares o amigos,
pero en los celulares tenemos muchas cosas, ¿no?
Podemos tener cosas buenas y cosas malas.
No es el celular que es malo.
Este aparato no hace nada,
ni para bueno ni para malo,
pero lo que ponemos dentro de él,
eso sí puede ser bueno o malo.
¿Qué tipo de músicas tenemos ahí para escuchar
cuando van a la escuela los niños?
Las músicas del mundo,
las músicas que hablan el Señor.
Muchas veces tenemos que confesar
que son las músicas del mundo.
Y tenemos los padres también responsabilidades en esto
para enseñar a los niños
lo que es bueno y lo que es malo.
Y cómo utilizar estos aparatos.
No hace falta prohibir.
No utilizas.
Van a utilizarlos escondidos.
No.
Enseñar de cómo utilizar para lo que es bueno.
Para el Señor también.
Declarame que tienes en casa.
Y así podemos dar muchos otros ejemplos.
Cada uno puede examinar a su vida.
¿Qué tengo en mi vida, en mi casa?
Esto me aleja del Señor.
Me acerca del Señor.
Y esta mujer tenía una cosa.
Y ella dijo, tu sierva,
ninguna cosa tiene en casa.
Si no, una vasija de aceite.
Ninguna cosa tiene en casa.
Ah, sí, hay alguna cosa.
Una vasija de aceite en un canto ahí.
Pero era justamente esa vasija de aceite
que era la más importante que tenía en su casa.
Parece que no había pensado bien.
Primero, porque dice tu sierva,
ninguna cosa tiene en casa.
Pero había algo.
Había esta vasija de aceite.
Y el aceite en la palabra de Dios
habla del Espíritu Santo.
Podemos abrir un pasaje
que muestra eso en Zacarías.
En el capítulo 4
que muchas veces estamos diciendo
que esto, aquello otro
en la palabra de Dios
es una figura de tal cosa
pero no mostramos dónde está
la motivación para eso, la razón.
Por ejemplo, en Zacarías 4
los versículos 1 a 7
nos muestran
algo de la figura del aceite.
Vamos a leer los versículos.
¿Qué es esto, Señor mío?
Y el ángel que hablaba conmigo
respondió y me dijo
¿No sabes qué es esto?
Y dije, no, Señor mío.
Entonces respondió y me habló
diciendo, esta es palabra de Jehová
a Sorobae que dice
no con ejército ni con fuerza
sino con mi espíritu
ha dicho Jehová de los ejércitos.
Quien eres tú, oh gran monte
delante de Sorobae serás reducido a llanura.
Quien sacará la primera piedra
con aclamaciones de gracia,
gracia a ella.
Entonces está hablando de dos olivos
que llenan un depósito con aceite
y la explicación que el ángel
está dando al profeta es
que eso es una figura
de lo que Jehová
hace con mi espíritu.
Entonces el aceite
del olivo en la escritura
es una figura del Espíritu Santo
y de lo que él hace.
Y es esto que tenía la mujer
en la casa, una vasija de aceite.
En la historia que tenemos
la historia real
de aquella época
era el medio que el Señor
iba a utilizar
para que la viuda
pudiera pagar su deuda
al acreedor y librar
así los dos hijos.
Pero en la aplicación espiritual
quizás también estamos diciendo
respondiendo así
al Señor, ninguna cosa
tengo en mi casa.
Ah sí, pero hay una vasija de aceite,
hay una biblia de algún canto ahí
con polvo arriba ya,
pero es eso que necesitamos.
Hay algo en nuestro corazón
si nosotros somos creyentes, de verdad.
Si llegamos un día al Señor Jesús
aceptando a él como salvador
entonces tiene una persona
divina en nosotros
que es el Espíritu Santo.
No viene en algún momento después
si no necesitamos esperar
por la unción del Espíritu
y cosas así, esperar por el fuego
del Espíritu, no.
En el momento de la conversión
él está ahí, pero lo que podemos hacer
durante la vida es
conquistarlo, es apagarlo,
extinguirlo, y es como
si el Espíritu está en una
casa y lo ponemos en un canto
de la casa donde nadie lo ve.
De ahí nunca sale
de nuestra vida nuestro corazón
si somos creyentes, pero
podemos apagarlo de tal forma
que no tiene más como actuar
en mi vida, y ahí que se pasa
la vida se parece a la
vida de un en conversa.
Es como aquel que estaba durmiendo
en Efesios, era igual,
igualito, el que duerme
no hace nada así, se parece
de lejos con un muerto. Tienes que
llegar muy cerca para ver que está
respirando todavía, y ahí se sabe
que está vivo, pero durmiendo.
El Espíritu Santo no está operando más
pero está, y eso es lo que
Dios puede utilizar en nuestras
vidas individuales, en la vida
de la iglesia también, para que
haya una edificación
otra vez, un
reavivamiento en la iglesia
en nuestras vidas.
Y es eso que Eliseo se utiliza.
Él le dijo, ve y
pide para ti vasijas prestadas
de todos tus vecinos,
vasijas vacías, no pocas.
Para esta mujer era una necesidad
práctica real,
necesitaba estas vasijas
de los vecinos alrededor de su casa
porque no tenía vasijas suficientes
en su propia casa para
llenarlas, y la voluntad de Dios
era llenar estas vasijas
con aceite para que esta mujer
pudiera vender el aceite
y con el dinero, con la plata
librar a los hijos y pagar
la deuda. Pero si pensamos en nosotros
también necesitamos
vasijas alrededor
nuestro. ¿Cuántas veces
hemos ido afuera
para los vecinos alrededor del
local, por ejemplo, de nuestras
casas, pidiendo vasijas
entre comillas, invitándolos
para las reuniones,
hablando del Señor Jesús a ellos
en su misma casa, quizás
se abre la casa de la salvación
a hacer la obra
de un evangelista. No necesariamente
ser un evangelista,
sino hacer la obra que el evangelista
hace. Las vasijas son
como una figura de hombres,
de mujeres, de niños,
de niñas, de jóvenes, que necesitan
ser llenos del Señor
Jesús, del Espíritu Santo.
Y podemos traer vasijas
a nuestra casa. Y el profeta
le decía, vasijas vacías,
no pocas. Los hombres
alrededor nuestro son como
vasijas vacías. También en nuestro
medio, los que se reúnen
todos los domingos quizás,
hay algunas vasijas casi vacías.
Necesitamos llenarlas
con el Espíritu Santo, con la
palabra de Dios, con la persona misma
del Señor Jesús. No pocas.
La gracia de Dios es
siempre abundante. El
tiene en abundancia para todos.
No va a faltar. Si hoy estamos
como quizás 50 personas
en este local, si tuviera
100, 150,
200, el Señor tiene para todos.
Llena a todos. También
tiene para todas las edades
físicas y espirituales.
Como nuestro hermano decía al
inicio, a veces no entendemos todo,
pero lo poco que entendemos
es el suficiente para llenar
nuestra vasija. El otro hermano
comprende más. Es el suficiente
para llenar la vasija a él.
Todas las vasijas serán llenas.
Y por eso también no necesitamos
siempre limitarnos
a un lenguaje quizás
un nivel muy bajo. Nivel
muy bajo. Ahí todas las reuniones
de ministerio se cambian en una
escuelita dominical. Pero también
hay no solo niños ahí.
Hay jóvenes, hay padres en Cristo
hablando de una manera espiritual.
Y todos ellos necesitan
de algo. Y el Señor
tiene para todos. Pero es
necesaria una cosa más. En el versículo
4 hay una instrucción
del profeta Eliseo ahora
a esta mujer. No solamente
traer las vasijas, pero
mientras luego hay que
entrar en la casa y enciérrate
tú y tus hijos.
Es necesario cerrar la puerta.
No la puerta física. Es buena que está
abierta. Así las personas que pasen
en la calle pueden ver que
hay cristianos se reuniendo allí
y se sientan invitados también.
Pueden entrar. Pero
espiritualmente hablando,
en el sentido espiritual,
necesitamos entrar en la casa
ahí donde el Señor está.
Llevar las vasijas hasta ahí
y cerrar las puertas.
Lo tenemos también en el capítulo
20 de Evangelio de
Juan, cuando los discípulos están juntos.
Estaban con las puertas cerradas.
Polinesios unidos, por supuesto.
Pero también la
puerta cerrada nos habla
de la separación. De la separación
hacia el Señor.
Si en el espiritual dejamos
las puertas abiertas, muchas
cosas del mundo entran.
Muchas cosas que pueden ser
buenas, que pueden ser malas,
entran, pero ocupan nuestros
pensamientos y nos
impiden de concentrarnos
en el Señor Jesús y su Palabra.
Así necesitamos
tranquilidad, una puerta cerrada
para ocuparnos con su
persona, con su Palabra.
Enciérrate tú. Es la separación.
La separación, ya he dicho
en otro momento, no es una cosa
negativa al principio, pero sí
positiva. Cuando el Señor
separó un día, santificó un día
de la semana, el último día
en el Génesis, no había
todavía pecado en el mundo. Entonces
en aquel momento la palabra,
la expresión santificar, no
tiene el sentido de
separarse del mal, porque no había mal.
Pero sí separar, apartar
un día para el uso
exclusivo del Señor.
La separación en la vida cristiana,
de la cual hablamos muchas
veces, incluso muchas
veces en el sentido negativo
y separarnos del mal, del
mundo, del pecado, que es todo bien,
pero pensamos también en
la parte positiva, de apartarnos
hacia el Señor
para estarmos dispuestos
para él. Y si es
así, si eso fuera
realmente una realidad en nuestras
vidas, la parte negativa
se hace automáticamente, porque no
podemos estar con el Señor y con
el otro pie en el mundo, no hay separación.
No sé si en la zona aquí
hay plantación de plátano.
Hay. ¿Qué hacen cuando el plátano
está creciendo? ¿Dejan así
en la naturaleza? ¿O ponen
una bolsa plástica?
Muchas veces, alrededor.
En algunas zonas, no sé, en Brasil,
cuando plantan el plátano,
cuando sale el fruto, ponen una bolsa
plástica. En Sina,
yo la vi a la Sierra también
yendo para la dirección
de Chiclayo, yo vi algunas bolsas así.
¿Por qué lo hacen? Para proteger
el fruto de los insectos,
de enfermedades. Es una
camada muy fina que separa
el fruto del exterior.
Una separación del
mundo. El plátano, comparando
a nosotros los creyentes,
y si dejamos abierto, vienen las
moscas y pican, hay enfermedades.
Todo mal de fuera
que está en el aire también, llega
al fruto. Pero si pones esta bolsa
plástica, transparente, pero
fina, estas cosas quedan afuera,
el plátano crece mejor
adentro, más bonito,
protegido de los
males alrededor de él.
Y así es con nosotros también la
separación. Necesitamos,
aunque estemos en el mundo,
no somos del mundo.
No pertenecemos al mundo.
Y así, necesitamos
cerrar la puerta espiritualmente
hablando. Tú y tus hijos,
no se olviden de los hijos.
Aunque no comprendan la
separación, pero es algo bueno
para ellos. Aprendan los hijos
a estar muy cercanos
del Señor Jesús, en pos de él.
Y ahí es mucho más importante
todavía el aspecto positivo
de la separación.
Porque uno sabe que cuando uno prohíbe
muchas cosas a un niño, no puedes
hacer eso, no puedes hacer eso, no puedes
hacer eso, ¿qué el niño va a pensar?
Dios es malo, el Señor Jesús
es malo, no quieren que haga las cosas
que me gustan. Pero si enseñamos
lo que es bueno, lo que es bonito
en la persona del Señor Jesús,
en la palabra de hijos, que eso es algo
atraente para los niños.
Van a aprender a amar estas cosas
también si separan
para el Señor Jesús.
Entonces, echa en todas las
vasijas y cuando una esté llena,
ponla aparte. Así también
nosotros, cuando pasamos
la enseñanza adelante,
tenemos que llenar todas las
vasijas. En nuestras casas,
la esposa, el marido,
ya son mayores, necesitan
otra cosa. Los niños en edades
diferentes, quizás, uno necesita
de esto, otro de aquello.
Cada uno necesita de algo
y necesitamos echar en todas
las vasijas el aceite, llenarlas.
Para eso también tenemos
herramientas, como la literatura,
por ejemplo. Hay literatura específica
para los niños, hay literatura
más para los más grandes.
No sé si tienen en castellano,
creo que sí. Es una literatura
que habla de todo el Nuevo Testamento
y también del Antiguo, con textos
muy breves, meditaciones cortas.
Se llama Cada Día con
las Escrituras. Este es un escrito
que es un ejemplo para llenar
a los niños. El hermano autor
de este libro, hacía
estas meditaciones, él hacía
en su casa con su familia a la mesa
y después tomaba las notas.
Entonces, este estudio es un estudio
muy simple de todas las escrituras
y es justamente simple
porque el objetivo del hermano
que lo escribió era enseñar
a sus hijos. Ya tenemos otras literaturas
como del hermano Darby,
si das a un hijo va a morirse
porque no entiende nada. Y a veces
es tan difícil que hasta mismo
los traductores que tradujieran
del inglés o del francés para
nuestros idiomas, se perciben que
no entienden lo que el hermano decía
en lo original, que el texto no hace
sentido. Y así tenemos niveles
diferentes en la vida espiritual.
Pero hay algo para
todos. Todas las vasijas
al final están llenas. Pero
no necesitamos solamente
escuchar estas instrucciones del
Señor, pero también obedecer
las instrucciones. Versículo 5
tenemos la obediencia de esta mujer.
Si fue la mujer, cerró la
puerta, encerrándose ella y
sus hijos. Ellos le traían
las vasijas y ella echaba del aceite.
Obediencia al Señor también
es indispensable.
Necesitamos eso. Yo me recuerdo
de un escrito del hermano,
el título es, Obediencia,
la llave para nuestros problemas.
Es un buen título.
Si obedecemos al Señor,
se solucionan también nuestros problemas.
Los problemas espirituales.
Cuando las vasijas estuvieran llenas,
versículo 6, dijo a un hijo
suyo, tráeme aún otras
vasijas. Y el hijo, no hay más
vasijas. Entonces cesó
el aceite. Solamente cuando no
había más, el aceite cesa.
La gracia de Dios es abundante,
súper abundante. Y si
tuviese más vasijas
en este momento, sea 10,
20, 50, también
serían llenas. Pero no había más.
Entonces cesó el aceite.
Y esto fue la solución para esta mujer.
Vino ella luego y lo contó
al varón de Dios. Y esa es otra
instrucción para nosotros. Esta mujer
podía tomar simplemente
las vasijas, ir a la
feria o al mercado y vender el aceite.
Y pagar su deuda. Pero la
bendición estaba. Recibió
muchas peticiones. Y la
primera cosa que hace, no es
vender, no es solucionar su
problema de su manera,
de fuerzas propias, pero sí
ella va al varón de Dios.
Ahí dice otra vez. Está contando
a él las peticiones
recibidas. Y él lo sabía.
El deseo lo sabía. Había dado las
instrucciones. Sabía que iba a acontecer
así. Y así el Señor Jesús también.
Lo sabe cuando nos bendiza
con muchas cosas. Pero él
quiere que volvemos hacia él
contándole las bendiciones,
agradeciéndole y
adorándole. Así como el
leproso de los 10
uno volvió y dio las gracias
al Señor. Y ahí recibió otra
instrucción. Ven y
vende el aceite y paga a tus
acreedores. Y tú y tus hijos
vivís de lo que quieras. El
Señor Jesús otra vez
va a dar instrucciones a nosotros
y requiere otra vez la
obediencia. Y la obediencia
trae más bendiciones.
La bendición más grande para esta vida
era los hijos libres,
la deuda paga y
sostento por toda la vida.
Vivís de lo que quieras.
En una situación de
hambre. Porque este capítulo muestra
que había hambre en la tierra.
Una situación que no había ni necesidad.
Ni esta viuda
tenía necesidad de pasar
por esta situación. Porque había
instrucciones en la ley de Dios
justamente para que los otros
del pueblo de Israel pudieran
dar sostento a las viudas.
Y parece que no lo hacían.
El estado espiritual en el
pueblo de una forma general
era tan bajo que se olvidaban
por completo de la ley de Dios.
No cuidaban más de las viudas.
La práctica realmente
faltaba. El marido
había muerto. Pero aún así
en una situación drástica
sí que el Señor bendice.
Él tiene bendiciones
súper abundantes y quiere llevar
nosotros al lobor, a la
adoración de Él. …
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Cristo lo Soluciona Todo - 2 Reyes 4 / Bernd Bremicker
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