Algunas Glorias Morales del Señor Jesus
ID
bbre026
Idioma
ES
Duración
00:25:49
Cantidad
1
Pasajes de la biblia
Levitico 2:1-2; Lc 2:52; Salmos 1:3; Salmos 69:10; Lc 9:28-36; Lc 9:51-56; Filipenses 2; Hebreos 12:2; Filipenses 3:14
Descripción
Gloria sin fin - eso lo vemos en el Señor Jesucristo. Glorias divinas como el Hijo eterno de Dios, glorias en Su obra en la cruz, glorias morales como el Hombre Perfecto. Siempre calienta nuestros corazones cuando admiramos al Señor en Sus glorias morales - desde niño hasta la edad adulta y finalmente en la cruz. Él és sin igual - digno de adoración!
Transcripción automática:
…
Buenas noches a todos, amén.
Es un gozo de estar con ustedes otra vez después de nueve años.
Quizás muchos no se recuerdan, pero bueno.
Y como hemos expresado en la oración, en los himnos,
queremos escuchar y aprender más del Señor Jesucristo.
Y así vamos a leer primeramente un versículo en el libro de Levítico, capítulo 2,
y leemos los versículos 1 y 2.
Estos versículos sirven como un título sobre lo que queremos escuchar de la Palabra de Dios.
Cuando alguna persona ofreciere oplación a Jehová,
su ofrenda será flor de harina sobre la cual echará aceite,
y pondrá sobre ella incienso.
Y la traerá a los sacerdotes hijos de Aarón,
y de ellas tomará el sacerdote su puño lleno de la flor de harina y el aceite,
con todo el incienso, y lo hará arder sobre el altar para memorial.
Ofrenda encendida es de olor grato a Jehová.
En las figuras del Antiguo Testamento podemos siempre ver al Señor Jesús.
Podemos buscar por Él en las escrituras,
y lo encontramos y achamos en los sacrificios de una manera especial.
En esta ofrenda de alimentos se ofrecería flor de harina con aceite y incienso.
Esta ofrenda habla de la vida perfecta del Señor Jesús en la tierra.
Él, como hombre, se anduvo en la tierra.
Y en su vida como hombre se vio la perfección moral del hombre Jesucristo.
Cuando Dios miró al mundo, a la tierra, no vio a nadie que hizo lo que era agradable a Dios.
El hombre había desviado completamente de lo que Dios quería del hombre.
Cuando creó Adán y Eva, luego el pecado entró en el mundo.
Pero cuando vino el segundo Adán, el Señor Jesucristo,
Él anduvo en la tierra como el segundo hombre, como el hombre perfecto,
y demostraba todo aquello que Dios quiso siempre ver en el hombre.
Y así tenemos en su andar, en su persona en la tierra, como hombre perfecto, su gloria moral.
Todo en su vida era como un olor grato a Jehová.
En él no había nada que no agradaba a Dios.
Y así la harina, de la cual leemos en el versículo 1,
habla de su humanidad perfecta.
En realidad era flor de harina, lo más fino, lo más blanco, lo más puro.
Cuando se molía el grano, lo más fino que se pudiera moler, no había ninguna impureza.
Así era la vida del Señor Jesús.
También había aceite, había el Espíritu Santo.
En todo, nuestro Maestro, el Señor Jesús, estaba dependiente de ellos cuando anduvo en la tierra.
Y también el incienso estaba ahí, lo que agradaba completamente a ellos.
En Él, podemos decir, el hombre, el ser humano, estaba reconciliado con Dios.
Él mostró lo que Dios siempre quiso.
Y así Dios encontró todo su placer en esta persona, en su Hijo.
Pero como hombre en la tierra.
Hay glorias en la persona del Señor Jesús que podemos ver en su persona, pero también en su obra.
Hay glorias personales, individuales del Señor Jesús que están desde toda la eternidad.
Y por la fe la vemos.
Pero también hay glorias que están conectadas a sus oficios, como el sacerdote, por ejemplo.
O como el rey, como el pastor de las ovejas.
Son glorias que son ligadas, conectadas a su persona, pero después de la cruz del Gólgota.
Son glorias, llamamos de oficiales, son ligadas a sus oficios que él tomó después que subió al cielo.
Antes que vino a la tierra, no tenía el oficio del sumo sacerdote.
Eso es algo que tiene después de la cruz.
No era pastor de las ovejas.
Las ovejas todavía no había.
Pero después de la cruz, sí, hay las ovejas.
Él iba a ser rey, pero de hecho, rey solamente va a ser después de la cruz.
Glorias oficiales.
Pero también vemos glorias morales en su persona.
Y esto cuando está andando como hombre en el mundo.
Estas glorias morales del Señor Jesús se evidencian en la tierra.
En su perfecto andar, sí, está perfecto en todo.
Y esa perfección del Señor Jesús condena al mismo tiempo al ser humano,
el hombre que no está en nada perfecto delante de Dios.
Todo corrompido.
Ya recordamos en algunos momentos el capítulo 74 de Isaías.
Podemos leerlo otra vez para ver que en el hombre natural no hay nada de bueno.
Isaías capítulo 64 y versículo 6.
El profeta hace una pregunta al final del versículo 5.
¿Podremos acaso ser salvos?
Y entonces en el versículo 6 la respuesta.
Si bien todos nosotros somos como suciedad y todas nuestras justicias como tráfico de inmundicia
y caímos todos nosotros como la hoja y nuestras maldades nos llevaron como viento.
Nadie hay quien coje tu nombre.
Así en el hombre natural no hay nada, nada que agrada a Dios.
Y la perfección de la persona del Señor Jesús como hombre en la tierra lo aclara muy bien.
Lo hace más visible todavía por el contraste que hay entre su andar, su persona y nosotros los hombres en la tierra.
Y estas perfecciones, estas glorias morales se muestran durante toda su vida.
Comenzando con Lucas capítulo 2, versículo 58.
Ahí vemos al Señor Jesús cuando un niño de 12 años y la palabra de Dios nos dice
Jesús crecía en sabiduría y en estatura y en gracias para con Dios y los hombres.
Vemos entonces en la persona del Señor Jesús como hombre en la tierra
Una desenvoltura, un desenvolvimiento muy natural así como cualquier otro niño que había en el mundo
creciendo exteriormente en estatura pero dice primero también en sabiduría y eso era diferente.
Era la sabiduría y Dios.
En esta ocasión estaba sentado en medio de los sabios de la ley en el templo,
sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles.
Versículo 46.
El Señor Jesús como niño sabía su lugar, aún que era el Dios Todopoderoso,
aún que era el creador de todas las cosas, aún que era el mismo autor de las escrituras
de las cuales estos doctores de la ley estaban hablando.
¿Quién era el mejor doctor en este momento sino el niño de 12 años?
El mismo autor de las escrituras, pero supo muy bien su lugar en la tierra.
Y Gloria, vemos en esto, él como niño se pone en el lugar de un niño de 12 años.
No toma el lugar de un maestro de 80.
Y así también es un ejemplo para nosotros y para ustedes niños también.
Vemos algunos pocos, como este muchacho ahí, tiene su edad y va creciendo.
Y cuando está con 12, 14, 16 años, quizás ya sabe muchas cosas de las escrituras,
pero hay otros hermanos que ya son mayores en edad física y en edad espiritual
y tenemos que saber nuestro lugar.
Y el Señor Jesús es el ejemplo perfecto.
No había un crecimiento en contra de la naturaleza.
Y a veces los jóvenes tienen la tendencia de imitar los hermanos mayores,
hasta mismo en las expresiones, pero no es algo tan natural.
Cuando un joven de 18 años habla igualito a un hermano de 80,
que ya tiene muchos años con el Señor Jesús y en su caminada cristiana en la tierra,
nos preguntamos, bueno, hablan igual, pero la experiencia del hermano mayor es mucho más.
¿Cómo el joven puede hablar igualito?
Cada uno según su edad espiritual también,
según su edad física, según su crecimiento espiritual, así como el Señor Jesús.
Estaba enseñando a los doctores de la ley de qué forma, oyéndole y preguntándole.
Podemos tener certeza que las preguntas que hacía contenían enseñanza para los otros,
pero eran preguntas.
No enseñaba de arriba para abajo con su edad.
Todos los que le oían el versículo 46 se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.
Era algo natural, entre los curiosos y los jóvenes, los niños,
a partir de los ocho años estaban aprendiendo de la Biblia, la escritura del Antiguo Testamento.
Y por eso también pienso que hoy en día un niño de ocho años, ¿cuántos años tiene?
Seis, falta dos, pero ya puede comprender muy bien las escrituras y aprender las escrituras.
Los jóvenes en Israel aprendían y aprenden hasta hoy, a partir de los ocho años, la ley.
Saben muchas, muchas cosas de la ley y pueden usarla.
No es solamente para los grandes.
Cuanto más temprano comienzas a leer tu Biblia que está en tu mano, vas a imitar al Señor Jesús.
Vas a aprender de él, pero como niño, creciendo.
Y también se mostró obediente y sumiso a sus padres.
Otra gloria del Señor Jesús.
Él estaba al mismo tiempo en que obedecía a sus padres, sumiso a ellos.
Estaba sosteniendo la vida de ellos.
Era el Creador, pero todavía se comporta como un niño en obediencia a sus padres
y los acompaña cuando lo encuentran en este lugar, en el templo.
Es una de las glorias morales del Señor Jesús.
Su perfección como niño en la tierra, tomando su lugar.
No había ninguna falta en él diferente de los otros niños.
Y esto también debe tener impresionado sus padres y los niños alrededor, las personas alrededor de él.
Él era hombre en perfección también con esta tenera edad.
Y así sí es un ejemplo para nosotros.
Pero llega también su edad adulta.
Y ahora podemos abrir el Salmo 1, versículo 3.
Y luego también el Salmo 69, versículo 10.
Y después Lucas capítulo 9, 51, 56.
En el Salmo 1, versículo 3, leemos.
Será como árbol plantado junto a corrientes de agua,
que da sus frutos en su tiempo y su hoja no cae.
Y todo lo que hace prosperará.
Es una figura del mismo Señor Jesús como él estaba andando también en la tierra.
Siempre cerca de la corriente de agua.
Cuando un árbol es plantado junto al agua y su raíz está cerca del agua,
el árbol está fresco, crece.
El agua es necesaria para que se alimenta la planta.
La planta necesita del agua para disolver los nutrientes.
Y así era con el Señor Jesús.
El agua representa también para nosotros la Palabra de Dios.
A veces nos preguntamos por qué los hermanos dicen que el agua es una figura de la Palabra de Dios.
En el Nuevo Testamento tenemos un versículo claro, pero también en el Antiguo Testamento.
Por ejemplo, en el Salmo 119, versículo 9, ahí tenemos una pregunta.
¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar su Palabra.
Este versículo no dice así.
El agua es como la Palabra de Dios, pero habla de limpieza,
limpieza del joven y es por medio de la Palabra.
Entonces ya tenemos una indicación ahí también si el agua es una figura de la Palabra de Dios.
Y aguas corrientes también son una figura del Espíritu Santo según Juan capítulo 7.
El Señor Jesús, por lo tanto, como un árbol plantado junto a corrientes de agua.
Y cuando un árbol así está creciendo bien, da su fruto en su tiempo.
Otra vez, el crecimiento según la edad.
Entonces tenemos también la cita del Salmo 69, mencionada ya en la pizarra, versículo 10.
Y vemos que el Señor Jesús durante su vida como hombre sufrió.
El Salmo 69, versículo 10.
Este Salmo varias veces habla de la afrenta que sufrió el Señor Jesús en la tierra.
Y justamente porque era perfecto en todas las cosas,
mostraba sus glorias por medio de su caminar en el mundo, sufrió las afrentas.
Es lo que decía antes, la vida, las glorias morales del Señor Jesús,
hacen más claras todavía la imperfección del hombre y los hombres que estaban alrededor de él.
Y así sufrió afrentas.
En esto también el ejemplo para nosotros.
Cuanto más seremos semejantes a él, tanto más afrentas también vamos a sufrir en este mundo.
Los hombres alrededor nuestro no les gusta un espejo que les muestra cómo son imperfectos,
cómo son pecadores.
Y esto es una predicación del evangelio que todos nosotros podemos hacer.
A veces estamos diciendo, no tengo el dominio de un evangelista.
Y de hecho no lo tenemos todos.
Podemos hacer la obra de un evangelista y a veces no tenemos las palabras,
pero el comportamiento todos nosotros tenemos.
Por la manera de caminar en este mundo podemos mostrar algo de la persona del Señor Jesús.
Y él siempre estaba actuando según el carácter divino de su persona también.
Recordamos algunas situaciones como cuando él estaba junto al pozo de Sicar.
Trata con la mujer según sus necesidades.
Se porta moralmente correcto, de una manera diferente en el monte de la transfiguración,
también frente a las provocaciones que sufría, las injusticias, siempre la forma correcta de actuar.
Cuando sufrió injusticias en contra de su persona, como Lucas capítulo 9, 51, 56, podemos leer ahora,
vemos cómo actúa en situaciones así, de una manera diferente cuando la honra de Dios es atacada.
Ahí él limpia el templo, por ejemplo, con rigor.
Pero en Lucas 9, 51, cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido de arriba,
afirmó su rostro para ir a Jerusalén y envió mensajeros delante de él,
los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerles preparativos.
Mas no le recibieron porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.
Viendo esto, sus discípulos, Jacobo y Juan, dijeron,
Señor, ¿quién es que mandemos que descienda fuego al cielo, como hizo Elías, y los consuma?
Entonces, volviéndose él, los reprendió, diciendo,
Vosotros no sabéis de qué espíritu soy, porque el hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres,
sino para salvarlas, y se fueron a otra aldea.
Cuando dice en el artículo 53, mas no le recibieron porque su aspecto era como de ir a Jerusalén,
quiere decir que estaban las personas en esa aldea, estaban poniéndose en contra de el Señor Jesús.
Estaban demostrando como enemigos de él.
Y los discípulos, pensando estos dos, Juan y Jacobo, querían actuar en juicio con estas personas malas.
¿Y cuántas veces no es esta también la reacción nuestra?
Cuando enfrentamos algo, ya actuamos con fuerza, pero el Señor Jesús, no.
En este caso, el agravo, la afrenta era en contra de su persona, y lo sufrió.
Está diciendo, con toda humildad y amor a estas personas, que eran enemigos de él,
el hijo del hombre no ha venido para perder estas almas de los hombres, sino para salvarlas.
Y así se comportó en la tierra.
Siempre perfecto.
En el mismo capítulo 9, versículos 28 hasta el 36,
vemos como él se comporta cuando es honrado en la tierra y exaltado.
Versículos 28 hasta el 36 de Lucas 9, leemos,
Aconteció como ocho días después de esas palabras que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo,
y subió al monte a orar.
Y entretanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra.
Y su vestido blanco y resplandeciente.
Y aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías,
quienes aparecieron rodeados de gloria,
y hablaban de su partida que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.
Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño,
mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús,
y a los dos varones que estaban con él.
Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús,
Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí,
y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés y una para Elías.
No sabiendo lo que decía.
Mientras él decía esto, vino una nube y los cubrió,
y tuvieron temor a entrar en la nube.
Y vino una voz desde la nube que decía,
Este es mi hijo amado, a él oí.
Cuando cesó la voz, Jesús fue echado solo,
y ellos callaron, y por aquellos días,
no dijeron nada a nadie lo que habían visto.
Es un momento en la tierra,
que el Señor Jesús está transfigurado delante de ellos,
un momento donde resplandece su gloria,
que él va a tener en el reino milenial, la gloria del Rey.
Y cuando los discípulos le hacen la propuesta,
Pedro en especial, de hacer las tres cabañas,
el Señor Jesús no dice nada, y deja a Dios actuar.
Sale la voz de la nube, Este es mi hijo amado, a él oí.
Entrega esto a Dios.
La dependencia del Señor Jesús en la tierra, en todos los momentos.
Cuando se muestra esta gloria suya, como el Rey de Israel,
podría ser actuado de una manera diferente.
Al final, él es el Rey, entonces podría tener aceptado la cabaña,
pero no lo hace, depende de su Dios de Padre.
Cuando está honrado y exaltado, muestra su gloria moral, como hombre.
Pero también, cuando defiende el monte,
también se muestra su gloria moral, en una u otra situación,
y él está cumpliendo siempre su ministerio.
Cuando lo vemos en otros momentos,
en el mismo capítulo 9, otra vez, de Lucas,
pero ahora los versículos 51 a 56, otra vez,
está despreciado, rechazado también por estas personas en la idea.
Y también en esto se muestra su gloria moral.
Frente al rechazo, él no actúa en contra de esto,
pero sí sufre el agrado.
Él ocupa su posición como rechazado en el mundo.
Y en esto el Señor Jesús es nuestro grande ejemplo también.
Mismo cuando está siendo humillado en la tierra,
él siempre se muestra perfecto en todo.
Y aún más, no solamente fue humillado en la tierra,
pero sí a sí mismo se humilló.
En Filipenses capítulo 2, conocemos bien estos versículos.
Filipenses capítulo 2, versículo 5 hasta el 8,
donde leemos, Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios,
no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres,
y estando en la condición de hombre,
se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Él se humilló a sí mismo,
aunque toda la gloria divina estaba habitando en él,
pero se sujeta a la condición del hombre
y anda su camino en perfección.
Tenemos ejemplos de esto que indican la persona del Señor Jesús
en algunas cosas en el Antiguo Testamento.
Pensamos, por ejemplo, en Abraham, que era un peregrino,
un extranjero en la tierra.
Pero aún así, como peregrino y extranjero en la tierra,
en un momento, este extranjero, este peregrino,
tiene autoridad sobre reyes.
Abraham, un ejemplo, como el Señor Jesús, está en la tierra.
Hombre perfecto, pero con toda la autoridad.
O Jacob, también un peregrino, un extranjero,
pero al final de su vida, cuando llega al Egipto,
quien está bendiciendo al faraón,
al hombre más poderoso del mundo en aquella época,
Jacob, el peregrino, el extranjero.
Así es nuestro Señor Jesús también.
Él es el peregrino, el extranjero por excelencia en la tierra,
pero al mismo tiempo tiene toda la autoridad
y de Él vienen todas las bendiciones.
Él está en la posición del más alto, del más sublime.
O David, también, en un momento, pide el pan de la proposición.
En otro momento, recibe el pan, homenaje real de Abigail, el rey,
y por otro lado, pobre, pidiendo el pan.
El Señor Jesús así en el mundo también.
Como hombre, no tenía posesiones en el mundo,
no tenía bienes, y al mismo tiempo, era Él lo que tenía todo,
todo lo que pertenecía a Él.
O pensamos en Pablo, cuando está en el barco,
en Hechos capítulo 27-28,
un prisionero yendo a Roma, y al mismo tiempo,
es Él quien conduce el barco.
Él quien da las órdenes al capitán del barco.
Los soldados se someten al prisionero.
Ejemplos del Señor Jesús en su vida de humillación en la guerra.
Él se humilló a sí mismo, voluntariamente,
y aún estaba, al mismo tiempo, perfectamente consciente de su gloria,
como he dicho de ellos, y de su dignidad divina.
¿Y por qué lo podía hacerlo así?
Hebreos capítulo 12, versículo 2,
y también vamos a leer Filipenses capítulo 3, versículo 14.
Hebreos 12-8
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,
el cual, por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz.
Menospreciando el oprobio, se sentó a la diestra del trono de Dios.
Había algo que motivaba al Señor Jesús en este mundo
para andar su camino de humillación como hombre,
evidenciando su perfección como hombre,
estas glorias morales que era el gozo que le estaba propuesto,
que estaba puesto delante de Él, que sufrió la cruz por eso.
Él ya estaba pensando también en nosotros.
Parte del gozo del Señor Jesús era el tener su iglesia, su cuerpo,
su novia junto con Él.
En el capítulo 3, entonces, Filipenses, versículo 14,
el apóstol Pablo también está diciendo,
Procigo a la mesa al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Así siempre el Señor Jesús, así como Pablo está diciendo,
es un siervo que está imitando a su Señor.
Pablo había una mesa.
El Señor Jesús tenía una mesa delante de Sí como hombre.
En todas las situaciones, entonces,
vemos la perfección del Señor Jesucristo como hombre en la tierra.
Glorias y más glorias.
Seamos nosotros también imitadores de Él en todo esto.
Estamos en el mundo, pero no pertenecemos al mundo.
Aquí como el Señor Jesús era un cuerpo extraño en medio del mundo.
Él tampoco era del mundo, sino estaba andando aquí.
El ejemplo perfecto en todas las edades, en todas las partes de su vida,
desde niño hasta adulto, hasta la cruz.
También aquí en la cruz tenemos la gloria del Hijo del Hombre.
Él te deja poner en la cruz los clavos en las manos,
y al mismo tiempo es Él quien contiene los clavos para que puedas mantenerlo en la cruz.
Son las glorias del Hombre Jesucristo.
Tenemos mucho más en la Palabra y podemos meditar en casa aún más
sobre esta maravillosa persona que es nuestro Señor Jesucristo. …