Viendo al Señor
Referent
Online seit
12.10.2024
Ort
Datum
25.09.2024
ID
bbre024
Sprache
ES
Gesamtlänge
00:28:30
Anzahl
1
Bibelstellen
Mt 2:1; Lc 2:20; Lc 2:30; Lc 2:48; Jn 1:34; Mc 10:52; Jn 9; Lc 23:8; Mc 15:39; Jn 20:20; Ap 5:6 e otras citas más
Beschreibung
Viendo al Señor - Várias personas han visto al Señor, pero con resultados muy distintos - algunas Lo adoraron y alabaron encuanto otras quisieran verLo solamente por una señal, por los milagros y no por la Misma Persona del Señor. Y nosotros?
Automatisches Transkript:
…
Hoy por la noche queremos ver un poquito más de la persona del Señor Jesús. Es nuestro salvador y
con su ayuda vamos a buscarlo en la escritura en varios pasajes, varias citas y la primera cita
es de Mateo capítulo 2 y el versículo 11. Son todos los pasajes que nos hablan de ver al Señor
Jesús o en algunos casos no verlo. Mateo capítulo 2 versículo 11 y al entrar en la casa vieron al
niño con su madre María y prostrándose lo adoraron y abriendo sus tesoros le ofrecieron
presentes oro, incienso y mierda. Estos magos del oriente vieron para buscar a un rey, una persona
noble que sabían que había nacido en aquella región y fueron a Herodes primero para preguntar
y recibieron la información y el rey de Israel iba a nacer en la ciudad de Belén, Belén de Judá y
fueron hasta ahí y cuando llegaron en la casa están viendo no un rey sino un niño. Un niño en el
precipio ahí vieron al niño con su madre María pero aún así sus ojos interiores en este niño
están viendo al Salvador, están viendo al rey que buscaban. Los magos están buscando y están
viendo y resultado su ver es que se prostran, adoran y le dan presentes. Nosotros también cuando
buscamos al Señor Jesús y cuando lo encontramos y espero que todos nosotros que estamos acá ya lo
encontramos en nuestras vidas y somos creyentes en él, tenemos la salvación en él cuando vemos a él
aún como un niño podemos prostrar a nosotros delante de él y adorarlo. Podemos le dar regalos
presentes como estos magos, algo no material hoy en día pero sí cosas que vienen de nuestro corazón
podemos dar a él. Que sacan ellos de sus tesoros, ofrecen presentes como oro, incienso y mira. El
oro nos habla de justicia y de las glorias del Señor y principalmente de Dios. La justicia divina, las
glorias divinas son sus excelencias que podemos ver en él. Podemos ver lo que es Dios, lo que es el
Señor Jesús y viendo en este en este niño el Dios eterno, el rey de gloria así como les ha
presentado en el Salmo 24. Pero también está el incienso y la mira, otras cosas que muestran la
pureza y la dedicación perfecta del Señor Jesús, su entrega perfecta también y se hace visible
principalmente cuando puesto a la prueba y esto se pasó con los sufrimientos en la cruz de Gógota.
Ahí tenemos la mira que está presentando estas excelencias de estos sufrimientos por los cuales
él iba a pasar en la cruz. Tiene un gusto un poco amargo y remite a los sufrimientos. Entonces cuando
contemplamos al Señor Jesús podemos sacar de nuestros corazones algo de él mismo y él quiere la
adoración de nuestros corazones, de todos. Él quiere también que expresamos la adoración con nuestras
voces en la reunión por ejemplo, principalmente cuando estamos reunidos a repartimiento de pan.
Entonces la primera cosa que vemos cuando alguien está viendo al Señor Jesús es que eso es la razón
por adoración, por nos inclinamos delante de él, prostramos delante de él y adoramos a él, loamos a
él, viendo sus excelencias y contemplando a él juntamente con Dios el Padre. La próxima cita
está en Lucas capítulo 2. Lucas capítulo 2 y también tiene que ver con su nacimiento en este
mundo. Lucas 2 versículo 20 ya podemos leer el versículo 16. Está hablando de algunos pastores
que estaban en el campo en aquella región. Estaban allí con su rebaño y el ángel se presenta
delante de ellos. Está diciendo ya en el versículo 10. No temáis porque aquí os doy nuevas de gran
gozo y será para todo el pueblo que os ha nacido hoy en la Ciudad de David un Salvador que es Cristo
el Señor. Y estos pastores entonces van a buscar al niño Jesús y están llegando apresuradamente
del versículo 16. Y hallaron a María y a José y al niño acostado en el pesebre y al verlo dieron a
conocer lo que se les había dicho a Sergio el niño y todos los que oyeron se maravillaron de
lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón y
volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto
como se les había dicho. Cuando estos pastores están llegando y viendo al niño se dan cuenta
que todo lo que el ángel había hablado a ellos era verdad. Y están contando esto también a los
otros que están allí cerca. Y los otros que están escuchando están se maravillando pero María
guardaba estas cosas en su corazón. Las cosas que sabemos y escuchamos al respecto del Señor
Jesús también las guardamos en nuestros corazones. Es importante que estas cosas se quedan ahí. No
solamente en la cabeza pero que desen un poquito más al corazón. Y eso hace con que ellos, estos
pastores estaban glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto así
como se les había dicho. Podemos decir que encontramos al Señor Jesús en la palabra de Dios.
Cuando lo vemos también esto causa glorificación y alabanza en nosotros. La adoración ya la vimos
con los magos y con los pastores no es diferente. También están glorificando a Dios. Están exaltando
las excelencias de este niño. Las bellezas que vemos en su persona alabando a Dios por lo que
habían visto. Nosotros también queremos ver al Señor Jesús y entonces cuando lo vemos en su
palabra glorificarlo y prestar la adoración y el glor a Dios. Y esto es una característica que
verificamos en muchas de las personas que están viendo al Señor Jesús. Adoración, glor, alabanza,
glorificar. Tenemos una persona más en este mismo capítulo 2 del Evangelio de Lucas que también está
viendo a este mismo niño en el templo. Es un hombre llamado Simeón en el versículo 25. Y aquí
había en Jerusalén un hombre llamado Simeón y este hombre justo y piadoso esperaba la consolación
de Israel. Y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que
no vería la muerte antes que viese el orgullo del Señor o el Mesías del Señor. Y movido por el
Espíritu vino al templo y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo para hacer por
él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo, ahora Señor
despides a tu sierva en paz conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación. Este
hombre estaba esperando toda su vida por el Salvador, por el Mesías de Israel. Él sabía que
había a nacer en algún momento, no sabía cuándo, ni siquiera sabía que era durante su vida, pero el
Espíritu Santo le había entonces revelado en algún momento que sí había de verlo. Y él estaba
esperando, ya viejo, está en el templo entonces y ahí en la casa de Dios encuentra el niño también,
ya con algunos días, con ocho días de edad. Y él también viendo al niño lo toma en sus brazos,
reconoce en este niño el Salvador, reconoce que esa es la esperanza de Israel y también es
nuestra esperanza. Y cuando reconoce al niño, reconoce esto en él, no puede hacer otra cosa
sino también bendecir, saluando al Señor, saluando a Dios, porque han visto mis ojos tu salvación.
Un otro aspecto de la persona del Señor Jesús, Él es el Salvador, Él nos da la salvación. Entonces ya
encontramos los magos adorando al Señor por haberlo visto. Los pastores de igual forma glorificando y
loando a Dios. Y ahora Simeón también expresa su loor por la salvación que ve en esta persona,
en este niño. La salvación para las naciones y la gloria para Israel. Él es el Salvador para
todos, para todo el mundo, para nosotros hoy y también en el futuro para su pueblo Israel en
esta tierra. Otras personas que han visto al Señor en el versículo 48 del mismo capítulo y ahora son
sus padres José y María. Versículo 41 ya dice, iban sus padres todos los años a Jerusalén en la
fiesta de la Pascua y cuando tuvo 12 años subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta.
Ahí regresan y Él no está, se quedó en Jerusalén y están buscando a Él entre los parientes. Versículo
44, entre los parientes y los conocidos. Pero como no lo hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Y están buscando por tres días en la ciudad pero no buscaban el lugar correcto, no estaban pensando
quién era el niño, quién era ese niño de 12 años, el Dios eterno en forma humana en la tierra.
Pero al final están yendo al templo, versículo 46, y aconteció que tres días después le
hallaron el templo sentado en medio de los doctores de la ley oyéndoles y preguntándoles. Y todos los
que le oían se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Y ahora respecto de sus padres,
cuando le vieron, se sorprendieron y le dijo su madre, hijo, ¿por qué nos has hecho así?
He aquí tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Se sorprendieron cuando están viendo a
Él. Pero es una sorpresa con admiración también, que este niño está sentado con 12 años en medio
de los doctores de la ley y también están no solamente viendo a Él, pero también oían y se
maravillaban de su inteligencia, de sus respuestas que daban. No solamente los doctores de la ley,
pero ellos también cuando llegan ahí están escuchando eso también a Él y eso les causa
admiración. Y María guarda todas las cosas en su corazón otra vez, sin mismo de comprender
lo que ha visto y oído. Y así nosotros a veces también buscamos por el Señor Jesús,
pero en lugares donde Él no está. Y cuando lo encontramos, nos maravillamos. Pero podríamos
tener ido ya luego al lugar correcto. Si conocemos un poco de la palabra de Dios,
sabemos dónde hallar al Señor Jesús. Y eso también causa en nosotros admiración por esta
persona, por su sabiduría, su inteligencia. La próxima cita está en el Evangelio de Juan,
capítulo 1, versículo 34. Ya podemos leer de versículo 32, adelante. También dio Juan
testimonio diciendo, vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma y permaneció sobre Él,
sobre el Señor Jesús. Y yo no le conocía, pero Él que me envió a bautizar con agua,
aquel me dijo, sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre Él,
ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi y he dado testimonio de que este es
el Hijo de Dios. Cuando Juan Bautista está viendo al Señor Jesús, lo reconoce y le da
testimonio. Y el testimonio de Juan Bautista es, ese es el Hijo de Dios. Nadie lo había reconocido
así hasta aquel momento, pero Juan lo sabía. Este hombre que nació, que creció, que tiene más o
menos mi edad, Él es el Hijo de Dios. Ya hemos conocido al Señor Jesús también como el Hijo
de Dios, buscado en Su Palabra por esta persona. Y cuando sabemos que Él es el Hijo de Dios,
podemos dar así como Juan Bautista testimonio de Él a otras personas, a los que están alrededor
nuestro. Necesitamos no solamente hablar del Señor Jesús, pero sí testimoniar de Él. Es
diferente. Podemos hacerlo por medio de palabras, pero más bien por nuestro comportamiento,
la manera de vivir, que las personas vean algo de Él en nuestras vidas. El Hijo de Dios y el
testimonio al respeto de Él. Ahora en Marcos, capítulo 6, están los discípulos en el barco,
en el mar. El Señor Jesús había ido al monte a orar, versículo 46, al final. Y ahí llega la
noche, versículo 47, la barca estaba en medio del mar y Él solo en tierra. Y viviéndoles remar con
gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino a
ellos andando sobre el mar y quería adelantarseles. Viéndole a ellos andar sobre el mar, pensaron que
era un fantasma. Y gritaron, porque todos le veían y se turbaron. Pero enseguida habló con ellos,
y les dijo, tened ánimo, yo soy, no temáis. Estos discípulos en el barco están viendo al
Señor Jesús, pero reconocen y piensan que es un fantasma. Ellos habían ya estado algún tiempo con
el Señor, sabían que Él estaba en el monte orando, y podemos imaginar la situación, en esta angustia
en el mar, la noche oscura, el viento. Cuando ven entonces una figura andando como una sombra sobre
el agua, como que no van a pensar. Es comprensible, pero por otro lado también se perturbaron. Y aun
así, mismo así, con este miedo, con esta deficiencia en conocer al Señor Jesús, como Él es, pensando que
Él es un fantasma, un espíritu que está andando ahí. Aun así, el Señor Jesús se muestra en gracia
para con ellos, y entra en el barco y queda, se queda con ellos, y así también con nosotros.
Cuando vemos al Señor Jesús, a veces no muy claro, ni siquiera reconocemos que es Él, pero Él se
acerca a nosotros, Él quiere estar con nosotros, Él quiere nos asistir en los problemas, así como
asistía a los discípulos en este barco, y así se queda con ellos, y también está diciendo algunas
palabras a ellos, tened ánimo, yo soy, no temáis, y así es también con nosotros. Esas mismas palabras
está diciendo el Señor a usted y a mí, también hoy por la noche. Quizás alguien está pasando por
alguna situación difícil, pero el Señor está, y Él quiere estar con usted en la situación, diciendo
ten ánimo, soy yo, no temáis. Ahora, en el mismo capítulo de Marcos, capítulo 9, conocemos bien la
historia en el monte de la transfiguración, cuando el Señor Jesús está con trece sus discípulos,
Pedro, Jacobo y Juan, en el monte, y es transformado delante de sus ojos, están viendo algo de su gloria,
ahí leemos en el versículo 8, y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús
solo. Esta historia tenemos también en el Evangelio de Mateos, capítulo 17, y en Lucas 9, y siempre leemos eso
al final, cuando quieren hacer las cabañas para el Señor Jesús y los otros dos, Elías y Moisés,
entonces, en un momento, sólo está el Señor Jesús allí, como Dios queriendo mostrar para ellos, es éste, y Dios
también está diciendo esto, en el versículo 7, el Padre, si escucha la voz del Padre, éste es mi hijo
amado, a Él oí, y esta voz viene de una nube, y esta nube es la nube también de la gloria de Dios,
apuntando a esta persona, no es las personas importantes aquí, Dios diciendo, no son Elías y Moisés, sino
mi hijo amado, es Él, y a Él oí, también nosotros necesitamos escuchar a Él y sus palabras, Él es el
hijo amado, Él es nuestro amado también, y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a
Jesús solo, están viendo ahora, solamente una persona, y es el Señor Jesús, el Padre mostrando la suficiencia
de la persona del Señor Jesús, y el foco que tenemos que tener, es un foco único en la persona
del Señor Jesús y en su gloria, están viendo a Él transformado delante de ellos, están viendo su gloria
y la importancia de su persona, es Él que es suficiente en todas las situaciones, también es
suficiente para nosotros, Marcos capítulo 10, una cita más, al final del capítulo, a partir del
versículo 46, tenemos al ciego Bartimeo, cerca de Jericó, y cuando este ciego es curado por el
Señor Jesús, sanada su vista, leemos en el versículo 51, respondiendo Jesús le dijo, que quieres que te
haga, y el ciego le dijo, maestro que recobre la vista, es claro que un ciego quiere ver, y sabe
el que el Señor Jesús tiene el poder para curarlo, y lo pide esto, maestro que recobre la vista, y Jesús
le dijo, vete tu fe te ha salvado, y enseguida recobró la vista, ahora está viendo al Señor Jesús, y que
hace, seguía a Jesús en el camino, seguir en el camino, en pos de Señor Jesús, en pos de maestro
como lo llama aquí, Él se pone en la situación de un discípulo, de un alumno del Señor Jesús, y nosotros
también, si ya tenemos la salvación, el Señor Jesús quiere que seamos discípulos de Él, que seamos
alumnos de Él, aprendiendo de Él, y para aprender de Él, necesitamos seguir en pos de Él, seguir en el camino, el
camino que Él anduvo, para ver sus pasos, para ver donde anduvo, cómo anduvo en este mundo, aprendiendo
de Él, y practicando eso también, y además también causa dolor, también en este ciego, en Lucas
capítulo 18, donde tenemos también el relato de esta cura del ciego, Lucas 18 en el versículo 43,
tenemos algo a más agregado, y luego vio y le seguía, también el seguir del discípulo, glorificando
a Dios, y todo el pueblo cuando vio aquello, dio alabanza a Dios, entonces cuando uno está
siguiendo en pos del Señor Jesús, cuando estamos nosotros glorificando al Señor Jesús, esto tiene
también, o glorificando a Dios, cerca del Señor Jesús, eso tiene efectos en las personas que nos
rodean, es un testimonio silencioso, porque el dolor, el alabanza, la glorificación es a Dios, pero otros
están viendo esto, escuchando, como quizás vecinos alrededor del local también, y si ellos verifican
que el dolor que damos a Dios, la glorificación de Dios, condice con nuestras vidas, con nuestro
andar en pos de Él, que va a acontecer, todo el pueblo cuando vio aquello, dio alabanza a Dios, eso
también se extiende a otros, seguir por el camino en pos del Señor Jesús, somos discípulos, alumnos de
Él, y podemos como discípulos, como alumnos, glorificar a Dios, acerca de nuestro Maestro, con efectos en
otras personas, ahora en el Evangelio de Juan capítulo 9, todo ese capítulo, habla de un otro ciego, el
ciego de nacimiento, y este ciego de nacimiento, pasa por algunos momentos, conociendo al Señor Jesús
cada vez mejor, y en el versículo 35, oyó Jesús que le habían expulsado, y hallándole le dijo, ¿Crees tú en el
Hijo de Dios?, respondió Él y dijo, ¿Quién es Señor para que crea en Él?, le dijo Jesús, pues le has visto, y
Él que habla contigo, Él es, y Él dijo, creo Señor, y le adoró, otra vez, un hombre que no había visto, ahora
puede ver, y está mirando la persona del Señor Jesús, y reconoce en Él, el Hijo de Dios, y cuando ve esto, cuando
comprende que este hombre es el Hijo de Dios, esto le lleva también a la adoración, otra vez una persona
que adora a Dios, que adora al Señor Jesús, vemos la importancia que es la adoración, el lobor, la glorificación, la
alabanza, para Dios y para nuestro Señor, estamos también realmente adorando a Él, alabando a Él, estamos mirando a Él,
reconociendo en Él también el Hijo de Dios, y por eso, adorando a Él, ahora una persona que conoció al Señor Jesús en
una circunstancia no muy agradable, que es Lucas capítulo 23, y en el versículo 8, a un rey allí, llamado Herodes, y ese rey
está delante del Señor Jesús, como un juez en esta tierra, y el versículo 8 de Lucas 23 dice, Herodes viendo a Jesús, se alegró
mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle, porque había oído muchas cosas acerca de Él, y esperaba verle hacer alguna
señal, cuando uno lee la primera frase, parece bueno, viendo a Jesús, se alegró mucho, aparentemente es una cosa buena, pero solamente
se alegró, porque era un hombre curioso, quería una señal, quería ver algo, quería un milagro, no quería la persona, sino lo que la
persona hacía, no le interesaba al Señor Jesús, no le interesaba el Hijo de Dios, no le interesaba nada de esto, pero sí solamente
los hechos milagrosos del Señor, era una alegría temporaria, porque quería ver una señal, cuantas personas no hay hoy en día, también en el mundo,
que solamente quieren las cosas buenas del Señor Jesús, quieren las bendiciones sin la persona, y a veces nosotros también, como cristianos, como
salvos, actuamos de la misma forma, pasamos por algunas situaciones, y queremos bendiciones materiales, no pensando bien en el Señor Jesús,
y no seamos nosotros como Herodes, pero sí como otras personas que hemos visto ya, podemos ver en Marcos capítulo 15, muchas citas más, pero vamos a ver en Marcos 15
todavía, versículo 39, pocas horas después, que el Señor Jesús estaba delante de Herodes, y Herodes se alegró, queriendo ver solamente la señal,
tenemos una otra persona ahora ahí, que es el Centurión, Marcos 15, versículo 39, y el Centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo,
verdaderamente este hombre era Hijo de Dios, este hombre es el Centurión, también reconoce el Hijo de Dios, muy diferente de un Herodes que quería ver solamente la señal,
este hombre vio todo lo que se pasó en la cruz, y al final tiene que reconocer, este hombre no es un hombre como todos los otros, pero sí es el Hijo de Dios, Juan capítulo 20, ahí tenemos otras personas que están viendo al Señor Jesús,
Juan capítulo 20, versículo 20, y también el 25, cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado, y los discípulos se regocijaron viendo al Señor, versículo 25, le dijeron pues los otros discípulos a Tomás, al Señor hemos visto,
él les dijo, si no viera en sus manos la señal de los clavos, y metiera mi dedo en el lugar de los clavos, y metiera mi mano en su costado, no creeré, Tomás está queriendo ver, porque no tiene fe, pero los otros discípulos estaban ahí cuando el Señor Jesús se presentó, y había este Herodes anteriormente con alegría, y ahora otras personas también con alegría, pero alegría muy distinta de la alegría de Herodes,
están viendo las manos y el costado, y los discípulos se regocijaron viendo al Señor, reconocen a esta persona el Señor de ellos, y para ellos sí, no es la señal, ni siquiera parece que es importante tanto las manos y el costado, pero sí que esta persona es el Señor, y por eso se alegran, se regocijan,
y una última cita en el libro de Apocalipsis, capítulo 5, y con esta cita terminamos, Apocalipsis capítulo 5, conocemos esta escena en el cielo, donde el Señor Jesús está asentado, él toma el libro, y puede abrirlo, y los sellos,
en el versículo 6, entonces leemos al respecto de Juan, que él miró y vi, que en medio del trono y los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un cordero como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra,
y en el versículo 14, los cuatro seres vivientes decían amén, y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros, y adoraron al que vive por los siglos de los siglos, y todos estos están viendo, es el cordero como inmolado, este cordero de ellos, al Señor Jesús, él que fue hasta la cruz, y se entregó ahí, como el sacrificio perfecto, en toda la eternidad, lo veremos así,
siempre acordamos de su sacrificio, por toda la eternidad, él continúa siendo el cordero, aunque es el león de la tribu de Hurá, y a él adoramos, así como los veinticuatro ancianos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron, empezamos con la adoración, y las primeras personas que vieron al Señor Jesús, adoraron a él,
otras después también, glorificaron a Dios, alabando a él, loando a él, otros estaban buscando a él, por alguna razón exterior, y no tuvieron ningún resultado, otros se recosijan, y en toda la eternidad, vemos a él, nuestro Señor Jesucristo, que es el cordero de ellos, este sacrificio perfecto, y eso causa adoración, no temporaria, no momentánea, sino eterna y constante. …