El Buen Pastor visto en el Salmo 22
ID
bbre028
Idioma
ES
Duração total
00:49:09
Quantidade
1
Passagens bíblicas
Salmos 22
Descrição
El tan conocido salmo 22 presenta al Señor Jesus como el Buen Pastor que da Su vida por las ovejas. Podemos ver algo de Sus sufrimientos profundos. Lo escuchamos decir: "Dios mio, Dios mio, por que me has desamparado?" - Y al final el triunfo: "Él lo hizo!"
Transcrição automática:
…
Bueno, hermanos y hermanas, es un placer también estar entonces por segunda vez en Jaén,
después de muchos años, cuando los niños del hermano Samuel están así en la iglesia.
Y bueno, hablamos del Señor Jesús, que cuida de sus ovejas.
Y la Biblia habla varias veces de pastor, muchas veces.
La primera vez que habla de pastor ya es en el libro de Génesis, en el capítulo 49,
y menciona anteriormente pastores entre los hombres, como los pastores de Abram.
Pero en Génesis 49, por primera vez, tenemos una referencia directa al Señor Jesús, a Dios como el pastor de la solita.
Génesis 49, versículo 24.
Mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del fuerte de Jacob, por el nombre del pastor la roca traer.
Ahí tenemos la primera referencia directa al Señor Jesús como el pastor, y al mismo tiempo también llamado de la roca de Israel, el fuerte de Jacob.
Jacob, el nombre de un hombre que era igual a nosotros.
Un hombre débil, un hombre que en el Antiguo Testamento, su historia que leemos, es una historia de debilidad, de rebeldía, de dudas para con su Dios.
Pero este hombre fue conducido durante toda su vida, hasta un momento que luchó con un ángel, y a partir de este momento es llamado luchador de Dios.
Alguien que lucha con y por Dios, Israel.
Y ese hombre también es conducido al final de su vida para adorar.
La última cosa que leemos de Jacob en el Antiguo Testamento, y también en el libro de Hechos, es que adoraba al fin de su vida.
Un hombre que fue conducido a ser un adorador.
Y Dios mismo se llama aquí en este versículo fuerte de Jacob, el que da fuerza al débil.
El que da fuerza a aquel que duda en su camino en paz del Señor.
Pero de ahí salió también el pastor, la roca de Israel.
Como dijimos que Pedro, su nombre significó una pedra, y no necesitamos imaginar simplemente una pedra pequeña,
porque la palabra Pedro en orquinal significó una pedra hasta el tamaño que un hombre no se puede más levantar y mover.
Entonces ya es una pedra un poco más grande también, todavía una pedra.
Ya la roca es algo inmutable que no se puede sacar del lugar.
Es firme y fuerte.
Y este es el Señor Jesús.
Pero este en quien está la firmeza, el cimiento de nuestra fe, el fundamento del creyente,
también es el pastor que nos guía, que nos ayuda,
que va adelante de nosotros, que va junto con nosotros, que va por detrás de nosotros.
Pero yo pensaba ahora en tres salmos, que son los salmos 22, 23 y 24.
Una serie de salmos que apresentan al Señor Jesús en figura como el pastor.
Tenemos otros capítulos como el capítulo 34 del profeta Ezequiel,
que habla mucho del pastor.
Incluso muestra que el Señor Jesús está ahí.
Varias veces dice, yo estoy ahí, estoy contigo.
Otro capítulo muy conocido es el del Nuevo Testamento,
Juan capítulo 10, donde tenemos también al pastor.
Otros versículos más y algunos de estos vamos a ver.
Primeramente quizás podemos ocuparnos ahora al inicio con el salmo 22.
Tenemos tiempo después también para el 23 y el 24.
Salmo 22 y hacemos la lectura del versículo 1 al 31.
Y no vamos a hablar sobre cada uno de los versículos, pero sí sobre el salmo como un todo.
Pero para comprenderlo necesitamos el contexto de todo el salmo.
El salmo empieza con pares palabras.
Tiene un título, un título inspirado por Ríos, al músico principal.
Sobre ágele, sahá, salmo de David.
Hay otro título arriba, en mi Biblia es un grito de angustia y un canto de alabanza,
con letras más negras.
Estas palabras, estos títulos negritos son inseridos por hombres.
Pero en los salmos, en los cinco libros de los salmos,
los demás títulos pertenecen al texto inspirado por el Espíritu Santo.
Por eso en la Biblia judía y también en algunas Biblias revisadas,
el versículo 1 empieza luego con el título del salmo.
Al músico principal, sobre ágele, sahá, salmo de David.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día y no respondes, y de noche y no hay para mi refugio.
Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los libraste.
Declamaron a ti y fueran librados, confiaron en ti y no fueran avergonzados.
Mas yo soy gusano y no hombre, octrovio de los hombres y despreciado del pueblo.
Todos los que me ven me escanecen.
Estiran la boca, menean la cabeza diciendo,
se encomendó a Jehová, libre de él, sálvele.
Puesto que en él se complacía, pero tú eres el que me sacó del vientre,
el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.
Sobre ti fue echado desde antes de nacer.
Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.
No te alejes de mí porque la angustia está cerca, porque no hay quien ayude.
Me han rodeado muchos toros, fuertes toros que pasaron y me han cercado.
Abrieron sobre mis bocas como león, rapaz y rugiendo.
He sido derramado como agua y todos mis huesos se desconjuntaron.
Mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mi central.
Como un tiesto se secó mi vigor y mi lengua se pegó a mi paladar.
Y me has puesto en el polvo de la muerte porque perros me han rodeado,
me han acercado cuadrillas de malignos.
Oradaron mis manos y mis pies, plantaron todos mis huesos.
Entretanto, ellos me miran y me observan.
Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echaron sueldo.
Mas tú, Jehová, no te alejes.
Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.
Libra de la espada mi alma, de poder el perro en mi vida.
Sálvame de la boca del león y líbrame de los cuernos de los búfalos.
Anunciaré tu nombre a mis hermanos.
En medio de la congregación te alabaré.
Los que teméis a Jehová, alabadle, glorificadle.
Descendencia toda de Jacob.
Y temedle vosotros.
Descendencia toda de Israel.
Porque no menospreció ni abominó la aflicción del aflictido,
ni de él escondió su rostro.
Sino que cuando clamó a él, le oyó.
De ti será mi alabanza en la gran congregación.
Mis votos preparé delante de los que te temen.
Comerán los humildes y serán saciados.
Alabarán a Jehová los que le buscan.
Vivirá vuestro corazón para siempre.
Se abordarán y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra.
Y todas las familias de las naciones adorarán delante de Jehová ese reino.
Y él guirá las naciones.
Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra.
Se prostrarán delante de él todos los que descienden al pueblo.
Aún el que no puede conservar la vida a su propia alma,
la posteridad le servirá.
Esto será contado de Jehová hasta la prospera generación.
Vendrán y anunciarán su justicia.
A pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.
Muy bien, en el primer libro de los Salmos,
tenemos varios Salmos que hablan de una manera muy especial de Señor Jesús,
de Rey o Mesías de Israel.
Uno de estos Salmos es el Salmo 2, por ejemplo.
Un otro es el Salmo 8.
También el Salmo 16, que presenta el Santo de Dios.
Este es el Salmo 22.
También el Salmo 40.
En buena parte son Salmos que conocemos muy bien,
principalmente el 22 y algunos versículos del Salmo 40 también.
En este Salmo 22 tenemos al Señor Jesús como el sacrificio por el pecado.
Él que se entregó para satisfacer la voluntad de Dios,
todos los requisitos santos, un Dios santo.
El Salmo comienza entonces con este título, al músico principal.
Podemos pensar en un coro, un coro donde hay varios cantores.
Necesita de un dirigente, que es el músico principal, el dirigente del coro.
Cuando pensamos en los Salmos, siempre podemos ver varias cosas.
Primero, las circunstancias del autor que escribió el Salmo.
En este caso, es un Salmo de David.
David lo escribió, estaba en una circunstancia en su vida
y Dios pudo usarlo para escribir estas palabras, también a partir de sus circunstancias.
Otra cosa es ver el significado profético de los Salmos.
Todos los Salmos, del 1 al 150, son proféticos, es profecía.
Muestra la historia del pueblo de Israel, principalmente en el futuro,
del remanente de Israel después del arrebatamiento de la iglesia,
durante la época de la tribulación y Gran Tribulación, hasta llegar al Reino Milenar.
El último libro de los Salmos muestra la gloria del Reino Milenar
y cómo las tribus están unidas otra vez, todo Israel unido en su tierra.
Y ahí tenemos, por ejemplo, el Salmo 133, que habla de la armonía entre hermanos.
No habla primeramente de nosotros, pero sí de la unión de Israel,
todo un pueblo que hasta entonces estaba separado,
pero ahora, de ahí en adelante, están juntos en armonía bajo la autoridad
y el gobierno del Señor Jesús como su Mesías.
Y después, una tercera manera de leer los Salmos es ver aplicaciones a nosotros,
enseñanzas que podemos sacar nosotros de estas palabras.
Y sabemos que ni siempre hay una enseñanza directa para nosotros,
porque hay Salmos que hablan de venganza, por ejemplo.
Llaman por venganza y la muerte de los enemigos,
que no es una actitud cristiana, no es una actitud de gracia,
pero muy adecuada para el pueblo de Israel,
que tiene una herencia en la tierra y donde necesita quitar a los enemigos primero.
Pero este Salmo, el 22, el 23, también el 24,
que habla directamente de la persona del Señor Jesús,
podemos aplicar también directamente al Señor Jesús y sacar enseñanzas para nosotros.
Primeramente, también ese Salmo, el 22, habla de Israel,
lo que el Señor Jesús hizo incluso en la cruz para ir por Israel.
Pensando entonces en ese coro,
primeramente pensamos en el pueblo de Israel, el coro terrestre de Dios,
y tiene al músico principal.
En la época de David existía el coro en el templo y había el dirigente del coro.
Para nosotros podemos pensar en la multitud de los creyentes como un coro de un pueblo celestial,
pero también tenemos un dirigente del coro.
Por un lado el mismo Señor Jesús, pero también el Espíritu Santo,
es como un dirigente del coro para nosotros.
Él quiere conducir nosotros en toda verdad con la palabra de Dios.
Él quiere conducir la alabanza, el honor, la adoración en medio de nosotros.
Dice al músico principal sobre ajelet sahar.
Bueno, es una palabra extraña, es una palabra hebraica,
y esta palabra tiene un significado y está hablando del sacrificio matutino,
del poder que se ofrecía en Israel todos los días.
Literalmente, estas palabras quieren decir venado,
la alborada, el nacer del sol.
Pero los judíos utilizaban esta expresión, porque cuando el sol nace,
viene el rojo en el cielo, que se parece un poco al fuego sobre el altar.
Y por eso utilizaban esta expresión aplicada al sacrificio que se ofrecía cada día por la mañana
en el templo o antes en el tabernáculo sobre el altar de Ponce
y ofrecíase ahí un cordero en holocausto, uno por la mañana y otro por la tarde.
Y estos sacrificios, este cordero, eran la base para que Dios pudiera habitar en medio de su pueblo,
vivir, morar en medio de Israel.
Necesitaba de un sacrificio.
Y es así con nosotros también.
Para que Dios pueda habitar en medio de nosotros, era necesario un sacrificio,
el sacrificio del mismo Señor Jesús.
Y así ya vemos en este título el contenido de Salmo.
El Señor Jesús como el sacrificio por el pecado,
pero también como base para la morada de Dios en medio de su pueblo.
Un Salmo de David.
David, su nombre significa el amado o también aquel que ama las dos cosas.
Y David en la Biblia también en ese sentido es una figura muy bonita, muy bella del Señor Jesús.
Él es el amado del Padre y él es el que ama al Padre en perfección.
Pero este amado del Padre era también el sacrificio.
El sacrificio de la mañana como base para la morada de Dios entre nosotros.
Y así el Salmo comienza entonces con las palabras Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?
Hace una pregunta.
Luego somos introducidos y hay alguien que fue desamparado por Dios.
Y cuando vemos los Salmos, Salmo 9, versículo 10,
solamente para mostrar que es algo muy incomún.
Salmo 9, 10.
En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
Y otro Salmo más en el 37, versículo 25.
El mismo autor, David, está diciendo, joven fui y envejecido,
y no he visto justo desamparado mi su descendencia que me diga el pan.
Entonces la Biblia afirma que ni siquiera los justos como un conjunto,
ni siquiera un justo, el justo fue desamparado.
Pero sí, el justo por excelencia está clamando y preguntando, Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?
La hemos pensado en esta pregunta de ese noticiero.
Vemos que él está hablando aquí no como el hijo de Dios eterno,
pero sí como el hombre en este mundo.
Como el hijo de Dios, Dios eterno, el creador de todas las cosas, el Señor Jesús,
siempre está en el seno del Padre.
Siempre era, es, continúa siendo Dios.
Pero como hombre en el mundo, llegó un momento en que él tenía que hacer esa pregunta.
¿Por qué me desamparaste? ¿Por qué me has desamparado?
Algo que jamás aconteció con otro hombre.
Nadie fue desamparado por Dios, pero sí el Señor Jesús.
Cuando decimos desamparado, no estamos hablando de salvación,
pero sí de la vida del hombre, el ser humano en este mundo.
Todas las personas, incluso todos los inférolos,
también nunca fueron desamparados por Dios.
Si no, el mundo y todo lo que hay en este mundo no estaría más.
Si Dios desampara al hombre, no vive más.
Entonces, hasta mismo los inférolos, Dios los sostiene,
pero el Señor Jesús tenía que desamparar.
Y la respuesta a esta pregunta hecha, vemos en el versículo 31.
Hay otras respuestas en medio del Salmo, ya.
Por ejemplo, en el versículo 3,
Pero tú eres santo, la santidad de Dios.
Era una de las cosas por las cuales el Señor Jesús fue desamparado.
Pero había un objetivo final.
Y este objetivo final está en el último versículo.
Vendrán y anunciarán su justicia.
A pueblo no nacido aún, anunciarán.
Y él hizo esto.
Pensando en algo aún futuro,
y el Salmo termina con la palabra,
Y él hizo esto.
En el Hebreo es una única palabra,
así como también el Señor Jesús pronunció en la cruz,
Está hecho, está cumplido.
Es la misma expresión.
Él hizo esto, está cumplido.
Es igual, la misma expresión.
Todo se cumple en la persona del Señor Jesús.
Todos los planes de Dios, con Israel, con el mundo,
con los creyentes de la época de la gracia,
nosotros, forman su iglesia.
Todos los planes de Dios culminan en la persona del Señor Jesús.
Por eso necesitamos también ser desamparados por Dios.
No solamente a causa de nuestra salvación.
No solamente a causa de Israel que pecó.
Pero sí para conciliar consigo mismo todas las cosas.
Incluso la creación también está contaminada por el pecado.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me desamparaste?
Para que eso pueda ser anunciado.
Su justicia podría ser anunciada a una generación venidera.
Los Salmos, no sé si todos lo saben,
en realidad son himnos, son poemas.
Podemos decir es el Inario de los Judíos,
compuesto por cinco libros diferentes.
Y como nuestros himnos también tienen estrofas,
los himnos de ellos también tienen estrofas.
Y voy a indicar las estrofas en este Salmo 22.
Tenemos estrofa 1, son los versículos 1 a 3.
Estrofa 2, los versículos 4 a 11.
Estrofa 3, los versículos 12 a 15.
Estrofa 4, los versículos 16 a 20.
Estrofa 5, 21 a 24.
Estrofa 6, los versículos 25 y 26.
Estrofa 7, los versículos 27 a 29.
Y por último, la estrofa 8, los versículos 30 y 31.
Las estrofas 1, 2, 3, 4, 5, 6, parcialmente la estrofa 7,
muestran todo el desprecio del hombre para con el hijo de ellos.
En diversas maneras, diversas formas,
el desamparo de ellos, todo el desprecio del hombre.
Ya en la estrofa 7, empieza en el versículo 22 adelante,
ocurrió con la 5 mezclado en el medio,
a partir del versículo 22, bendiciones.
Bendiciones que resultan de la obra del Señor Jesús
hasta el cumplimiento pleno para Israel en el milenio.
La estrofa 8 muestra la bendición plena en el milenio,
esta generación futura, esta semiente que servirá al Señor
a cual es declarada la justicia del Señor Jesús.
Así tenemos un himno, un poema de 7 estrofes,
más una estrofa 8 al final.
Y sabemos que los números en las escrituras
también tienen su significado.
7 es el número de la perfección,
el desprecio del hombre y el desamparo de ellos.
Completo, pleno, mostrado para con el Señor Jesús,
evidenciado plenamente en perfección.
Pero hay algo nuevo, el número 8,
algo nuevo que viene después,
el resultado final de la obra de Cristo
en el milenio para Israel.
Y para nosotros podemos pensar también
en las bendiciones que hemos recibido,
pero que son bendiciones espirituales.
Y ahora pensamos un poquito
en algunas de las expresiones de César.
En la estrofa 1, la pregunta,
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Ya hemos pensado un poquito en esto.
¿Qué significaba para el Señor Jesús?
Hemos ya meditado en esto,
ya pensamos lo que significaba para él decir,
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Si nosotros nunca fuimos desamparados por Dios,
nosotros merecíamos el desprecio de Dios
y Él no nos despreció.
El desamparo de Dios no nos desamparó.
Que nosotros éramos rebeldes contra Él,
pecadores, pero el Señor Jesús no.
No conoció pecado, no cometió pecado.
En Él no está pecado, totalmente puro.
Pero Él, quien no lo merecía,
fue desamparado por Dios.
Y otra pregunta más,
¿por qué estás tan lejos de mi salvación
y de las palabras de mi clamor?
Cuando un hombre clama a Dios,
cuando el pecador clama por la misericordia de Dios,
por su pecado, Dios escucha y oye.
No se aleja.
Cuando nosotros como creyentes
clamamos a Él, no se aleja de nosotros,
pero del Señor Jesús, sí.
Cuando clamaba el único que me decía
una respuesta de oración,
Dios estaba como lejos.
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación?
Estoy en aflicción, el Señor Jesús diciendo.
Estoy en la cruz, cerca de la muerte.
Y tú, Dios, ¿dónde estás?
Lejos de mí.
¿Por qué no me salvas de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día,
y no respondes, y de noche,
y no hay para mi reposo.
Y viene una respuesta intermediaria,
pero tú eres santo.
La santidad de Dios le quería eso.
Un Dios santo no puede ni siquiera ver el pecado.
Imaginemos eso, el Señor Jesús,
cargado con el pecado,
con todos los pecados de nosotros encima de Él,
y Dios mirando.
No podía mirar.
Tuvo que se alejar de Él.
No podía responder, porque Dios es santo.
Y ese mismo Dios santo,
ahora está cerca de nosotros.
Nosotros que éramos sin Dios en el mundo,
ahora tenemos Dios.
Estamos cerca de Él, tan cerca de Él,
que Él se llama nuestro Padre,
y nos llamaría hijos.
Qué privilegio que tenemos nosotros,
de llamar a Dios nuestro Padre.
Una relación más íntima en este mundo,
que en primer plan, una pareja,
que forma una unidad,
pero entonces el relacionamiento
de los padres con sus hijos.
Es el relacionamiento más estrecho que existe en el mundo.
Y nosotros lo tenemos con ese Dios,
pero que desamparó a su hijo.
Pero también tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
Ahí vemos que el Salmo también está hablando
en primer plan del pueblo de Israel.
Y ahora viene la comparación con ellos.
En ti esperaron nuestros padres,
esperaron y tú los libraste.
Pensamos en Jacob, en Isaac, en Abraham.
Pensamos en Abraham en el Génesis capítulo 22,
cuando fue al monte para ofrecer su hijo.
En el momento más peligroso,
cuando estaba con el cuchillo en la mano
para matarlo, la voz de cielo.
Nos libraste, pero para el Señor Jesús no.
Silencio total.
Y el cuchillo lo mató.
Era necesario un sacrificio perfecto.
Este sacrificio matutino de que habla también
el título del Salmo.
Confiar en ti y no fueran avergonzados.
Y ese mismo Señor también confiaba en Dios.
Más adelante en el mismo Salmo está diciendo,
versículo 9, pero tú eres el que me sacó el vientre,
el que me hizo estar confiado
desde que estaba en los pechos de mi madre.
La lenguaje en figuras mostrando la confianza
que el Señor Jesús como hombre tenía en su Dios.
Podemos imaginar una confianza más grande
que la confianza de un bebé en su mamá.
Cuando llega perto del pecho,
sabe que hay leche ahí, que hay alimento.
Confía en esto sin pensar.
Así el Señor Jesús confiaba plenamente en su Dios
y aún así fue desamparado.
Él se humilló a sí mismo,
está diciendo en Filipenses capítulo 2,
y se humilló a sí mismo,
se humilló tanto al ser hombre,
al ser siervo, hasta la muerte de la cruz.
Y así en versículo 6 está diciendo
al respecto de su vida en este mundo,
yo soy gusano y no hombre,
oprobio a los hombres y despreciado el pueblo.
Despreciado por todos, rechazado,
no solamente por el pueblo,
por las personas en Israel,
pero también, dice aquí, por los hombres.
Los hombres hace referencia a la humanidad como un todo,
es la raza humana,
y el liderazgo en el pueblo de Israel.
Los sacerdotes, los escribas, los fariseos.
En Isaías 53 podemos ver un pensamiento semejante.
Isaías 53, 3 dice,
despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado y quebrantado.
Y como que escondimos de él el rostro,
fue menospreciado y no lo estimamos,
pero fue desechado entre los hombres.
Para aquellos que quieren saber un poquito más
por qué podemos decir que en Isaías 53
son los escribas, los fariseos, los sacerdotes,
quizás no es algo que todos comprendan,
que tenemos pequeños y grandes,
y algo para todos, ¿no?
En la lengua hebraica,
la palabra para hombre es la palabra ish,
significa hombre.
Cuando uno quiere decir hombres en plural,
un jurío dice anashim,
significa hombres en plural.
Es la palabra normal que se utiliza para hombres.
Pero en estos pasajes tenemos una palabra
que ningún jurío utiliza,
pero también significa hombres, ishim.
Ishim significa el hombre en su posición alta,
el noble, el hombre fuerte,
y es la expresión que tenemos acá en Isaías 53.
Por eso podemos decir
los que desecharon al Señor Jesús,
que despreciaron a Él, que rechazaron a Él,
era la humanidad, el liderazgo del pueblo
y también los signos del pueblo.
Todo el conjunto nadie lo quiso,
y lo vemos en la cruz.
¿Quién estaba zombando primeramente?
¿El pueblo? ¿Los simples?
No, justamente los sacerdotes,
los escribas, los fariseos.
Ellos eran los primeros a zombar al Señor Jesús,
a menospreciarlo cuando estaba en la cruz,
pero también despreciarlo al pueblo.
No queremos a Él, queremos Parabás, un asesino.
Es mejor que este, Jesús.
Jesús, Cristo, Crucifijo.
Nosotros queremos Parabás,
despreciarlo al pueblo.
Todos los que me ven me escarnecen.
En el Evangelio de Lucas se ve eso claramente.
Todos que estaban ahí,
estaban escarneciendo de Él.
Estiran la boca, menean la cabeza,
diciendo, sí, comenzó a Jehová,
libre de Él.
El escarnio para con el Señor Jesús
aún era un escarnio religioso.
Mira, él confió en Jehová,
que este es lo libre ahora.
Sabe el puesto quien es y complacía.
No había la voz del cielo que decía que
este es todo mi placer,
mi complacencia.
Ya que lo dijo, ahora sálvele.
Así estaban escarneciendo
el Hijo de Dios en la cruz de Golgotha.
Y Él no abrió su boca.
Estaba ahí por nosotros, por ti, por mí.
Pero tú eres el que me sacó del vientre.
En el versículo 9 ya hablamos
y muestra toda la confianza
que el Señor Jesús había para con ellos
en cuanto anduvo en este mundo,
en su camino, desde el precepto
hasta la cruz.
Así es un ejemplo para nosotros
de confianza plena en Dios.
¿Y cuántas veces fallamos nosotros
en nuestra confianza?
Cualquier cosita pequeña que hay
en nuestro camino, ya perdemos
la confianza en Dios.
Ya estamos depresivos, como se dice hoy,
y muchas veces por cosas
que no tienen ni importancia.
El Señor Jesús no.
Ha siempre confiado en Dios,
desde el bebé hasta la cruz.
Sobre ti fue echado desde antes de nacer,
desde el vientre de mi madre,
tú eres mi Dios.
Como hombre en este mundo,
desde el primer día, Dios era su Dios,
y así mismo Dios también
es nuestro Dios.
Y otra vez tiene que clamar,
en el versículo 11, no te alejes de mí,
porque la angustia está cerca,
porque no hay quien lo ayude.
El Señor Jesús sabía de todo,
sabía de todo de antemano.
Como decimos en Trujillo,
también en la conferencia,
sabía de todo, y sabía
el segundo en que había de morir.
Sabía
todos los detalles
de los sufrimientos de la cruz.
Sabía todos los sufrimientos
en su camino por la tierra.
Sabía todo
que enfrentaría en esta tierra,
en medio de los pecadores.
Sobre ti fue echado desde antes de nacer,
no te alejes de mí,
porque la angustia está cerca,
porque no hay quien lo ayude.
Pensamos en él ahí,
los discípulos durmiendo
de tristeza, y el Señor Jesús
ocupado con todo lo que
pasaría en las próximas horas,
y aún así está diciendo
que se haga la voluntad de Dios.
No quiso que su propia
voluntad fuera hecha.
El Señor Jesús, como Hijo de Dios,
no podía tener la voluntad
de crucificarlo, pero aún así
se sujeta totalmente a Dios.
Y vemos a Él en el jardín,
Él estaba sufriendo, en la
magia de Lucas, por ejemplo,
capítulo 22,
los versículos 39 hasta
el 46. Vamos a ver
relatos de estos momentos
en Semanita. Y saliendo se fue
como solía al monte de los olivos,
y sus discípulos también
le siguieron. Cuando llegó a aquel
lugar, les dijo, Horá
que no entréis en tentación.
Y él se apartó de ellos a distancia
como en un tiro de piedra,
dispuesto de rodillas,
diciendo, Padre, si quieres,
pasa de mí esta copa. Esta copa
que dice ahí es una figura,
una expresión simbólica
que se refiere a los sufrimientos
del Señor. Está diciendo con otras palabras,
Padre, si quieres,
pase de mí estos sufrimientos
todos que han sobrevenido,
a mí. Pasa de mí esta copa,
pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya. Se sujetó
totalmente a Dios
en cuanto hombre en este mundo.
Y se le apareció un ángel del cielo
para fortalecerle.
Como Dios está cuidando de él,
también como hombre en estos momentos,
para le fortalecer,
para le consolar por medio
de un ángel.
Y estando en agonía, oraba
más intensamente. Ahora
no sabemos cuáles son las palabras,
pero era una oración
intensa, y era su sudor
como grandes gotas de sangre
que caían hasta la tierra.
Incluso, simplemente mencionándolo,
hay personas
que dicen que el sudor
del Señor Jesús se cambió
en sangre, que era sangre
que cayó en la tierra.
No dice aquí como
grandes gotas de sangre.
Simplemente una comparación,
mostrando también toda la
angustia en que estaba,
todo a causa de saber
lo que había de acontecer con él
en el golgota.
Y no simplemente los sufrimientos exteriores,
que ya eran horribles,
pero sí sabía
el desamparo de Dios.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me ha
desamparado? Son las palabras
que él también está diciendo en la cruz.
Cuando se levantó de la oración
y vino a sus discípulos,
los halló durmiendo a causa
de la tristeza, y les dijo,
¿por qué lo dormís?
Levantaos y orá para que no entréis en tentación.
Los discípulos no podían.
Estaban desamparados por todos.
Hasta mismo por aquellos tres
que él llamó para ir
con él, hasta el muerto,
los tres que eran los
que más cerca estaban de él,
que nos llamó los otros,
estos tres llamó en varias ocasiones,
en el monte de la transfiguración también,
pero ni siquiera estos,
ni siquiera un Pedro que había dicho
que iba a entrar en la muerte
con el Señor Jesús,
que iba a morir por él.
Estaban durmiendo. No era Pedro
que iba a morir por él, sino el Señor Jesús
que iba a morir por Pedro
y por nosotros, por cada uno
de nosotros. A partir del versículo 12
que muestra el
rechazo del pueblo a Israel también.
Me han rodeado muchos toros,
muertes toros de pasan
me han cercado, abrieron sobre mí
su boca, como león rapaz
y rugiente. Las comparaciones
que el samista utiliza muestran
a nosotros como era grande
el rechazo por todos.
He sido derramado como agua
y todos mis huesos se desconjuntaron.
El sufrimiento
interior del alma del Señor Jesús
enfrente de todo esto.
Mi corazón fue como cera
derritiéndose en medio de mi
entrañas. También como un queso
se secó mi vigor
y mi lengua se pegó a mi palabra
y me ha puesto en el polvo de la muerte.
Ya estaba anticipando
todo esto que iba a pasar con él.
Estaba en gran agonía,
en gran sufrimiento. Compara
los hombres de su
pueblo Israel a perros
en el versículo 16. Porque perros
me han rodeado, me han cercado
cuadrillas de malignos, horadaron
mis manos y mis pies.
También eso se pasó en la cruz de Golgoth
rechazado, despreciado
por todos. Y en cuanto él
está sufriendo así, versículo 17
entre tanto ellas
miran y me observan. Como si
no había sentimiento
ninguno en estas personas.
Duras, frías, observando
al Salvador, a su Mesías
crucificado en el Golgotha
pasando por ahí, meñando
las cabezas, mirando
como un espectáculo. Mira ahí,
más un criminal. No,
este criminal era diferente.
Era el Rey de Israel. La inscripción
en la cruz que decía que era Rey
era verdad. No era una
acusación como pensaban ellos, pero
sí la verdad. Y aún así
rechazaron. Repartieron
entre sí mis vestidos y sobre
mi ropa echaron suerte. Le quitaron
todas las cosas que tenía
en este mundo. No tenía casa,
aunque en un lugar dice que fue
a su casa, pero otros pasajes
muestran que no era su propiedad,
pero sí un lugar donde
quedaba a veces. Pero le quitan
aquellas cosas que eran de él.
Sus vestidos, su ropa.
La única cosa. Y antes
de morir, pero aún así
la confianza
del Señor Jesús no fue
quebrantada. En el versículo 19
Más tú Jehová, no te alejes.
Fortaleza mía, apresúrate
a socorrerme. Libra de la
cara mi alma, del poder de perro
mi vida. Sálvame la boca
del león y líbrame los cuernos
de los búfalos. Y ahora hay un cambio
en esa alma. En el versículo 22
empiezan las bendiciones.
Un río de bendiciones,
podemos decir, y se alarga cada vez
más, queda cada vez más grande.
Así como el río Marañón es
pequeño acá, pero cuando uno va a Manaus
en Brasil, no se puede
mirar de una máquina a otra.
Y si va más adelante a Belén,
es como 200 kilómetros la
largura del río Amazonas.
Pero empieza pequeño.
Como una fuente pequeña en las montañas
de Perú.
Así aquí también.
Bendiciones pequeñas, primero
alargando cada vez más, alcanzando
todo el mundo, todo su pueblo
de Israel en la tierra, todo el mundo,
todas las naciones, y aúnanos
a nosotros también. Pero
empiezan con el Señor Jesús
anunciando el nombre de Dios
versículo 22, a mis hermanos.
En medio de la congregación
te alabaré. Él mismo
es el luz y ahora
el flor. No es más
el músico principal del Espíritu
Santo. En un momento en el futuro
Él mismo se hace presente
en su pueblo de Israel.
Él mismo entona
la alabanza, la adoración.
Y si pensamos en nosotros como
asamblea, esa asamblea
mencionada acá es la asamblea de Israel.
No es la iglesia, pero
la misma expresión, la palabra
utiliza también aplicada a nosotros.
Y ahí voy a abrir un paréntesis
y hacer una pequeña explicación.
Muchas veces
nosotros leemos expresiones
en el Nuevo Testamento
que también hay en el
Antiguo Testamento, como
sacerdotes, la ley, la palabra,
el templo,
el arca, ¿qué más?
sacerdotes, sub-sacerdotes,
todas las expresiones que tenemos en el
Antiguo Testamento, pero que ellos toman,
ya eran conocidos,
y ahora llenan con un contenido
totalmente nuevo en el
Nuevo Testamento. No son las
mismas cosas. Aquellas eran simplemente
figuras, sombras,
pero en el Nuevo Testamento ahora
tenemos la realidad y contenido
nuevo con las mismas expresiones.
Y a veces hacemos el error
de ver en el Nuevo Testamento
por ejemplo la expresión
sacerdote y comparamos con el
Antiguo Testamento y decimos que es la misma
cosa. Y si hacemos así, es
confusión cierta. Entonces tenemos
que ver muy claramente
lo que significan las expresiones
del Antiguo Testamento
y lo que significan en el Nuevo Testamento
para la Iglesia. Y así aquí
con la congregación o la asamblea.
Aquí es Israel,
el conjunto del pueblo de Israel.
Para nosotros
es el conjunto de todos
los verdaderos salvados por la sangre
del Señor Jesús. Todos los que tienen
la vida eterna. Todos los que pertenecen
a la Iglesia. Y ahí podemos
sí sacar la enseñanza
y hacer una aplicación a nosotros
porque cuando estamos
reunidos los dos o tres
estamos reunidos como
al nombre del Señor Jesús.
¿Y quién es el centro?
El Señor Jesús. Incluso
es Él que conduce todo.
Otra vez, no son hermanos
por más responsables
que sean. No son ellos que
conducen la reunión.
Y tenemos que tener eso muy claro
porque si damos un valor
excesivo al
hermano responsable o
a los hermanos responsables
en una localidad. Llegamos a hacer
dos clases de sacerdotes
y el pueblo
y callamos la boca. Y el Señor Jesús
no lo quiere. En la adoración
todos nosotros somos
sacerdotes. No hay uno que
conduce, un hombre que conduce la
adoración. Y a veces actuamos
como si fuera un hombre
aunque profesamos otra cosa. Entonces
tenemos que aprender eso. También
hay hermanas. Las hermanas no abren
la boca, pero a veces necesitamos
también de pausas
en la adoración, entre un himno
y la lectura, una oración
sin
conexión. Para que
todos, pero también las
hermanas tienen su tiempo
para que la alabanza salve el corazón
a Dios. Son sacerdotes
también. Necesitan su
tiempo. No están simplemente en la
reunión para estar. Tienen
responsabilidad también de adorar
al Señor, de orar también por
los hermanos en el ministerio,
por ejemplo, para que sea hecho
aquello que el Señor quiere.
Cuando hablamos de la administración
de la iglesia, ahí es otra
cosa. Ahí tenemos algunas
personas, principalmente hermanos
que tienen de la parte
del Señor una tarea especial
de exercer su responsabilidad
en la administración
de la casa de ellos. Pero cuando
estamos reunidos como iglesia
somos iguales,
con situaciones diferentes,
con responsabilidades diferentes,
momentos distintos. Y el Señor
Jesús es también ahí
aquel que lidera el
Lord. Anunciaré tu nombre
a mis hermanos. Ya Israel
está anunciando su nombre, versículo 22,
césar 98. El nombre
de Dios, pero a nosotros anunció
el nombre del Padre. Y el alabanza
del Lord sale de la congregación
y son llamados todos
ahora, los que teméis a Jehová,
alabadles. Glorificad
la descendencia toda de Japón,
porque primeramente en el reino milenar
están dos tribus y algunas
personas de las otras tribus.
No podemos nunca olvidar, porque
hoy en día en Israel ya hay personas
de todas las doce tribus, no solamente
dos, como a veces dicen.
Están en Israel hoy, pero son pocos,
muy pocos, comparado con el resto del pueblo.
Y en algún momento posterior
son reunidos todos
estas diez tribus,
la gran mayoría de ellos,
llegan de otros cantos del mundo,
también a Israel. Y así empieza el
lobor en judar después
a toda la descendencia de Japón.
Temedle vosotros, descendencia
toda de Israel. Y así
el Señor también quiere
nosotros y glorificamos
a su Dios y Padre, nuestro
Dios y Padre. Y tememos a Dios
que Él puede también entonar
la alabanza entre nosotros, porque no
versículo 24, porque no
menospreció ni abogó la aflicción
del afligido, ni de escondió
su rostro, sino que cuando
clamó a Él, le odió.
Aunque había silencio en las tres horas
de tenebras, aunque parecía
todo perdido, Satanás venciendo
al Señor Jesús, porque estaba
muerto en la tumba, hubo
el momento de glorificación,
hubo el momento de la victoria,
cuando el Señor Jesús resucitó
y ahora está a diez traídos.
La victoria hecha en la cruz
ya se mostró en su resurrección
y será completa en el
futuro, cuando podemos estar
nosotros con Él y venir juntamente
con Él, y Él se manifestará
con todos sus santos en este mundo.
Su gloria, entonces, es lista.
Versículo 25, Y a ti
será mi alabanza en la gran
congregación. Ahora tenemos todo
el pueblo, todas las tribus
juntos, y más aún, las naciones
también más adelante son mencionadas.
27 se acordarán
y se volverán a Jehová todos
los confines de la tierra, y todas
las familias de las naciones
adorarán delante de ti.
Vemos como el río de bendiciones
se alarga cada vez más,
saliendo del templo en Jerusalén,
del arco, abarcando todo el mundo
al final, la bendición para
esta tierra. Y nosotros ya
hoy podemos gozar
de las bendiciones espirituales,
donde? En los lugares celestiales.
Versículo 28,
entonces dice, porque Jehová
es el reino, y Él regirá
las naciones. Ahora el Señor
Jesús es introducido también como
el Rey, en el reino
milenar, después del
arrebatamiento, y después de la
tribulación. Y no solamente las
naciones y las personas
simples están adorando, pero
también los que más han
rechazado al Señor, 29,
comerán y adorarán
todos los poderosos de la
tierra. Estos también, los
hombres nobles, poderosos,
los que habían primeramente
rechazado a Él, ahora están
adorando también. Si prostran
delante de Él, todos los que
descienden al pueblo, todos los
hombres, toda la creación, y
los versículos 30 y 31,
entonces la respuesta final,
la bendición final, la
posteridad les servirá.
Esto será contar el Jehová
hasta la postera generación.
Vendrán y anunciarán su
justicia. A pueblo no nacido
aún, anunciarán que Él
hizo esto, que Él lo cumplió,
Él lo ha hecho.
Y mira estas cosas todas al respecto
del Señor Jesús como Rey de Israel,
es contado de generación
a generación. Aún más,
nosotros tenemos que
contar las grandezas de Él,
sus verdades al respecto de
la Iglesia también, de generación
en generación. La enseñanza
hay que pasar de padres para
hijos, de los hermanos mayores
para los menores, de las hermanas
mayores para las hermanas menores.
Tenemos toda responsabilidad
en esta enseñanza, porque
no es simplemente predicando
eso 52 veces al año.
Podemos hacerlo y aún así
no tiene el mismo
efecto de que contar de persona
a persona. Nos habla de una
enseñanza individual también,
una enseñanza, que lo llaman
muchas veces didáctica,
ordenada, mostrando
todas las partes. Y para eso también
hermanos y hermanas tenemos
herramientas. Tenemos la
literatura, por ejemplo,
dejada por los hermanos. No es la literatura
de Chiclayo, o la literatura
de Trujillo y Adema.
No, es literatura escrita
por dones que Dios dio a su
cuerpo, y por eso tenemos
que dar valor a estos dones.
Porque si rechazamos la literatura,
y al menos conozco algunos lugares
en Brasil, en otros países,
donde hay hermanos que dicen, no,
solamente la Biblia, literatura no.
Literatura es mala, es de hombres,
pero la palabra Dios es de Dios.
Sí, es de Dios, pero los hombres son dones
de Dios, a su iglesia. Si rechazamos
los dones, si no utilizamos
lo que Dios nos dio,
Él no va a revelar otra vez
las mismas verdades a vosotros
en Jaén, o a nosotros en
Diadema, y al final estamos
rechazando al mismo Señor Jesús.
Pues Él es el que da
los dones a la iglesia. Entonces, tenemos
que hacer uso de aquellos dones
los cuales dio a nosotros, para
que podamos también, ya ahora,
en este mundo, empezar este
lugar bajo la guía y la
conducción del Señor Jesús.
Él quiere conducir y guiar
el lugar, Él quiere
derramar sus peticiones
sobre nosotros, y en realidad
solamente necesitamos
tomar pose de estas bendiciones,
porque ya son nuestras.
Fuimos bendecidos con todas las bendiciones
espirituales en los lugares celestiales.
Es un hecho, ya son
nuestras, pero tienen que tomar pose
de eso, y apropiar esto.
Si te doy un título de propiedad
y un terreno en el
mejor lugar de Jaén, es tuyo.
El registro está, pero si nunca
vas ahí, pisar arriba el terreno,
no sabes ni siquiera lo que es.
Tienes solamente la letra.
Necesitamos tomar pose en
la práctica. Solo lo podemos hacer
también, consultando la Palabra
de Dios, donde tenemos estas
bendiciones. Para entonces, alabar
a Él, anunciar su justicia,
contar al respecto del
Señor, a la prospera
generación, y anunciar
que Él hizo eso. Miramos, este salmo
empieza con Él preguntando,
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has desamparado? Porque Él
hizo eso. Todo culmina
en su persona. Él es
la persona que
hace todas las cosas, que ha hecho
toda la obra de Golgotha, que ha
dado todas las bendiciones a nosotros.
Él es la persona central.
Otra vez, no somos nosotros,
pero sí, Él mismo,
el Señor Jesús. Y en esto
Él mostró que Él es el
buen pastor. Hablamos al inicio
del pastor, y decimos que este
salmo 22,
después de 23 y 24,
son salmos que
hablan del pastor. Y el salmo
22 justamente habla
del buen pastor, porque
cuál es la característica del
Señor Jesús cuando es llamado
el buen pastor. En aquel
Juan, capítulo 10, podemos ver
lo que el Señor Jesús
hace como el buen pastor.
Cíclo 11, Juan 10,
versículo 11, yo soy
el buen pastor,
su vida da por las ovejas.
Notamos bien la expresión.
Él da su vida
por las ovejas. No da su vida
para las ovejas. Recibimos
también la vida eterna, pero
Él dio su propia vida
en favor de nosotros, al respecto de
las ovejas. Él da su vida
por las ovejas. Y lo mismo
tenemos, creo que otra
vez más, en el versículo
15 también, y pongo
mi vida por las ovejas.
Versículo 17, porque yo
pongo mi vida, 18,
yo de mí mismo la pongo
varias veces, y Él da
su vida. Entonces, la característica
del buen pastor es
que Él da su vida por las ovejas.
Algunas veces decimos
que en el salmo 23 tenemos
el Señor Jesús como el buen pastor,
pero no. El salmo 23
va a mostrar como
este mismo pastor
está pastoreando nosotros,
apacentando las ovejas,
pero la tarea del buen pastor
era la característica principal
y dio su vida.
Y esto tenemos en el salmo
23. Él dio su vida. …
Incluído em
El Pastor en los Salmos 22, 23 y 24 / Bernd Bremicker
Série